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el cabello de draken caía por cada lado de su cara, pero sin ser un impedimento para que su vista estuviera fija en la morbosa escena del coño de robin recibiéndolo una y otra vez, deleitándose con la forma en la que su polla se deslizaba por completo en su interior cálido y húmedo, sintiendo como sus paredes lo rodeaban de una forma casi alucinante.
—¿te encanta, no?— jadeo la femenina con lascivia. —¿te gusta mucho ver como me follas?—
el menor se inclinó sobre ella, poniendo un brazo a cada lado de su cabeza sin dejar de embestirla y la besó con toda la lujuria del momento.
—me fascina, preciosa.— respondió agitadamente. —estoy tan cerca...—
la de cabello rosa continuó dejando soltando suspiros por su boca abierta, extasiada de ver su rostro lleno de placer. subió las manos a sus hombros, tocando sus músculos tensados y apretó las piernas alrededor de sus caderas masculinas.
—acaba para mí, ken...— susurró en su oído antes de lamer su lóbulo, sintiéndolo estremecerse.
sus sentidos se adormecieron y un quejido profundo escapó de su garganta mientras colapsaba, llenando el condón de su esperma caliente entre espasmos y corrientes eléctricas abrasadoras.
robin no pudo evitar grabarse en la memoria su imagen y gemidos orgásmicos. estaba hecho un desastre y lo peor era que le encantaba justamente así, haciéndola desear todo de él.
el menor abrió los ojos, respirando con irregularidad. su cabeza estaba casi en blanco y en todo el mundo, no existía nada más que ella bajo su cuerpo.
una sonrisa involuntaria se dibujó en sus labios antes de que llevara estos contra los suyos nuevamente.
—te haré acabar también...— ronroneo recuperando el aliento y se incorporó, quedando de rodillas sobre el colchón, provocando que la de iris violetas se mordiera el labio al sentirlo salir de su interior antes de que gimiera involuntariamente cuando levantó sus caderas de golpe para llevar su lengua hasta su centro en reemplazo de su masculinidad.
y la devoró con hambre, haciéndola correrse varias veces y sin darle un solo respiro. succionó todo lo que pudo de ella, recibiendo sus fluidos en medio de sonidos obscenos y saliva... y desde entre sus piernas, admiró con placer como se retorcía gracias a su boca.
finalmente, la sesión de sexo intenso acabó cuando las piernas temblorosas de ella le hicieron saber que no resistiría más orgasmos. solo entonces la dejó descansar y se permitió así mismo hacerlo también, tumbándose a su lado con el cuerpo agotado.
tiempo después, robin abandonó la cama y la calidez del cuerpo de draken cuando el reloj de la mesita a un lado marcó las tres de la madrugada. fuera de las sábanas, la temperatura estaba bastante baja así que se apresuró en recoger su ropa y vestirse para escapar como cada vez que se encontraba con el pelinegro y este caía preso del sueño.
