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cuando son las seis de la mañana en seattle, washington, la ciudad aún no recibe los primeros rayos del sol. en el cielo todavía priorizan los colores de la noche y son contemplados por los ojos de robin desde el balcón de la lujosa habitación que takeomi había reservado para ella.
el space needle era completamente visible desde el hotel donde se hospedaba con haruchiyo hace ya cuatro días. la imagen era hermosa, llena de luces destellantes similares a la de la vida nocturna de tokyo, pero sin la corrupción de bonten.
la femenina suspiró abrazándose a sí misma. había salido de japón con la ayuda de su hermano mayor, pero tal como él advirtió, el huir de sus problemas y de su pasado no estaba solucionando nada y su mente estaba lejos de encontrar tranquilidad.
constantemente se sentía cansada de su vida y ahogada en el oscuro mundo del narcotráfico y la prostitución, pero los pesares que sentía en ese momento eran diferente. su ruptura con draken hacía doler su corazón, la muerte de akari la entristecía y le hacía preguntarse si algún día recuperaría todo el tiempo perdido con benkei y wakasa; y por último, ran... ran corría por su mente con mucha duda y remordimiento.
« —¿por qué tienes que irte ahora?— había dicho él mientras unía sus frentes y cerraba los ojos. —no sabes cuanto tiempo espere por volver a sentirte cerca de mí.—
robin guardó silencio, incapaz de romper las ilusiones que ella misma le había dado en un arrebato y solo acarició su rostro con delicadeza, agradecida de todo el amor que el haitani le brindaba sinceramente.
—nunca te he presionado para que me aceptes y sabes que nunca lo haré, pero necesito saber si para ti, todo lo que hay entre nosotros ha cambiado o sigue siendo lo mismo de antes.— susurró. —solo... necesito que seas honesta conmigo, robin.—
¿qué rayos iba a hacer? no podía romperle el corazón en el que la atesoraba tan devotamente, pero tampoco podía aceptarlo sin más, mintiéndole e intentando engañarse a sí misma ignorando que draken se había instalado en su vida y en su corazón con propiedad.
la chica abrió la boca, pero no dijo palabra alguna, presa de la indecisión y del caos hasta que haruchiyo y takeomi regresaron del control de boletos y equipaje, rescatándola de decir cualquier cosa y haciendo que ran se alejara de ella al instante, inquieto y ligeramente intimidado.
—nee-san.— dijo el de iris cristalinos con el rostro y la voz decorados con seriedad. —vamos.—
la aludida asintió algo aturdida y miró al de cabello violeta, soltando lo primero que pasó por su mente ante las circunstancias.