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con la cabeza adormecida y aún lejana de algún rastro de conciencia, draken repartía besos en el cuello de robin mientras le acariciaba la espalda desnuda. su boca, su esencia y su cuerpo cálido contra el suyo en medio del frío de la noche, la mantenían inmersa en aquella burbuja que ambos habían creado; la hacía sentirse ligera, sensual... libre. desconectada del mundo, de las horas y del dolor que debería sentir después de la caída de la moto, demasiado embriagada en su amante para pensar en algo que no fuera él mismo.
seguía sobre el escritorio -pero sentada y con las bragas puestas al igual que él con los boxers-, con las manos tocando sus anchos hombros y con ojos cerrados, totalmente perdida en las sensaciones que la abrazaban con intensidad. inconscientemente, y aunque solo fuera por un momento efímero, estaba a la completa merced de ryuguji.
el dragón la había reclamado suya sin que ninguno de los dos supiera realmente.
estaba rendida de pies a cabeza, envuelta en suspiros silenciosamente cómplices que hacían que las pieles de sus pechos se encontrarán y sintieran en cada respiración que daban al unísono. se sentía gratamente agotada.
sin embargo, robin no era la única entregada al delicioso caos que podían formar juntos. el pelinegro seguía pegado a ella, incapaz de separarse o de alejar su boca del camino de sus labios a su cuello.
no sabía qué le pasaba, pero tampoco quería averiguarlo. solo quería seguir anclado a ella, perdido en su piel, disfrutando un poco más de sentirla suya antes de que el filo de la realidad se la arrancará de los brazos con violencia.
la de cabellos rosados lo había despertado por dentro. no sólo la había encontrado a ella casi hecha para él, sino que también se había encontrado así mismo. y es la pregunta para draken no era desde hace cuánto no follaba, no, lo adecuado era cuestionarse desde hace cuánto no sentía la comodidad y confianza con alguien como para hacerlo, disfrutándolo de verdad y sentirse pleno con ello.
se sentía extrañamente completo y eso le gustó tanto como también le gustaba aquella mujer.
producto de la temperatura baja del invierno volviendo a percibirse después de tanto fuego, el cuerpo de la chica se estremeció ligera e involuntariamente. al darse cuenta, el del tatuaje en la sien se alejó para tomar su camiseta de la silla y ayudarla a colocársela.
la akashi ni siquiera recordó su sujetador perdido en algún lugar del taller ante sus atenciones y simplemente levantó los brazos para que él deslizará la tela por ellos hasta bajarla por su abdomen, haciéndola sonreír genuinamente.
draken la observó y sin poder evitarlo se acercó a ella nuevamente, besándola casi con devoción. robin volvió a sonreír con espontaneidad contra sus labios y rodeó su cuello, sintiendo su cabello suelto en el proceso.
