Capítulo 3

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Las primeras horas del viaje, transcurrieron normal. Ibrahim estaba acurrucado en el asiento del pasajero, con un té turco traído de la última parada. Admitiría que había estado preocupado por todo el asunto, pero después de todo, solo había tomado la decisión de aceptarlo, después de terminar una botella de vino entera.

Pero fue sorprendentemente fácil estar atrapado en el auto de Suleyman por la tarde. Las vacaciones irán igual de bien.

— Sultán, si quieres puedo conducir yo. – dijo por milésima vez –

— Estoy bien. – respondió con facilidad – Estamos haciendo buen tiempo, no deberían ser las nueve pasada cuando llegamos allí.

— Y entonces comenzará la diversión – él no quiso sonar cínico pero Suleyman se había dado cuenta y le lanzó una mirada divertida –

— Por Allah Ibrahim, es un viaje a la playa no una morgue – su boca se torció – Estoy seguro que no será tan malo como crees.

— Eso mismo dijo Sumbul, pero no se, es agobiante y si no sale bien, nos descubrirán. —dijo mientras le daba un sorbo a su té—

— Lo sé, pero saldrá bien, no te agobies Ibrahim.

— Esta bien sultán, lo siento.

— No te disculpes Suleyman —le sonrió y levanto una mano del volante—

Ibrahim le sonrió y sintió nuevamente su estómago y las dichas mariposas, así que siguió su té mientras movía sus dedos sobre su pierna, él vio los ojos de Suleyman sobre el retrovisor y vio en el un destello de luz que nunca habia visto en su vida.

— Bien Ibrahim, antes de ir a la playa necesito saber el nombre de tu familia.

Ibrahim no estaba seguro si lo usaba como una excusa pero el sultán tenía razón, se suponen que van como 9 meses saliendo así que debía saber lo básico de su familia.

— Bien, le diré. Mi Madre se llamaba Verónica, mi padre Yanos, tengo un hermano gemelo llamado Rico pero cambió su nombre a Ibo.

— Interesante, que linda familia que tienes Ibrahim.

— Lo es Suleyman, Suleyman Sultan Khan – dijo él –

— Así es, veo que has aprendido mucho de mi

— Si, si vamos a ser pareja, debo saber el nombre de mi novio

— Tienes razón

Ibrahim sonrió y volvió a beber de su té.

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Suleyman tenia razón. Ya había oscurecido cuando se detuvieron en la humilde y sencilla casa de la familia de Ibrahim. Han pasado tantos buenos momentos en esa casa. El océano estaba directamente frente a ellos, trayendo una brisa fresca y un leve olor a sal. Él lo respiró, lo que le permitió calmar los nervios que habían comenzado a irradiar desde el momento en que pasaron la frontera.

Suleyman fue sorprendentemente lo contrario. Él permaneció calmado junto a él, agarrando sus dos maletas con facilidad y esperando a que él subiera por el camino de piedra hacia la casa. Una sola luz estaba encendida en la sala de estar y estaba seguro de que los padres de Ibrahim estaban esperando la llegada de su hijo mayor.

— Adelante, Ibrahim. – indicó – No será más fácil cuanto más espere.

— Esta fue una mala idea. – murmuró, mirando la ventana que estaba iluminada –. Alguien movió la cortina hacia atrás e Ibrahim se dio cuenta de que solo le quedaban unos segundos para prepararse. —Sabrán que estoy mintiendo.—

—No, no lo sabrán. Estaré contigo todo el tiempo.

Él no tuvo tiempo para agradecerle.

La puerta principal se abrió y de repente, Ibrahim se incorporo, fue corriendo para saludar a su papá y a su hermano. Locos, sí, pero seguían siendo su familia. A veces le tomó verlos en persona para darse cuenta de que los extrañaba.

Suleyman se paró unos pasos atrás, mirando cómo Ibrahim sonreía ampliamente y saludaba a su padre, tenía buena referencia de él. Pantalones cortos de color caqui y polo de golf; peinado sobre el cabello canoso. De su hermano, era como ver a Ibrahim, chico alto, de pelo castaño, pero se diferenciaba por la mirada y el lunar en su mejilla, sin embargo, sus ojos no estaban llenos del mismo tipo de brillo que los de Ibrahim. Su primer pensamiento fue que el no parecía loco, pero eso no significaba mucho.

— Papá, hermano —dijo radiante—

Subiendo los escalones para pararse junto a él. Interpretó bien el papel, envolviendo un brazo alrededor de su cintura y tirándola hacia sí. —Él es mi novio Suleyman.

𝗨𝗡𝗔 𝗦𝗘𝗠𝗔𝗡𝗔 | Ibrahim & Süleyman Donde viven las historias. Descúbrelo ahora