4. ¿Un ratito?

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Kenny se despidió de los tres y se fue corriendo a su trabajo. Desde que trabajaba en el restaurante chino se había vuelto más responsable y ya no sufría de hambre. A veces hasta les regalaba comida o postres. Heidi, Kyle y él lo vieron retirarse en silencio. Stan no sabía muy bien cómo conversar de nuevo con Kyle y mucho menos con Heidi, que, aunque parecía una persona muy linda, le intimidaba un poco ya que jamás había intercambiado mucho con ella.

La chica se acercó a su bicicleta la cual estaba estacionada frente al edificio y lo miró con ojos grandes y brillantes. — Stan, ¿Te... te gustaría usar mi bicicleta? Tal vez estés más cómodo usando una propia. — Heidi le sonreía y parecía ansiosa por recibir una respuesta afirmativa.

Por un momento decidió aceptar, hasta que recordó que Kyle llevaría en su parte trasera a quien no condujera la otra y ellos no estaban en los mejores términos, sería incómodo ir con él, pero si usaba la de Heidi, ella terminaría cerca de su amigo y le enfermaba cada que los veía tan juntos, así que no era una opción o se pondría de mal humor y ya no podría disculparse. — Gracias... pero no me gustaría tener la responsabilidad de manejar una bici ajena. — Le sonrió incómodo.

Heidi se limitó a asentir y sonreírle de vuelta. Kyle los observaba indiferente, se trepó encima de su bicicleta y esperó por Stan. Compartían todo desde niños, pero ahora era incómodo... Muy incómodo.
Subió despacio, era como un cachorro regañado. Buscaba la mirada de su amigo creyendo que estaría molesto, sin embargo, el pelirrojo permanecía con su vista al frente.

— ¡Listo! — Dijo Heidi una vez que Stan terminó de acomodarse, no había notado que ella lo observaba en todo momento esperándolo para continuar, le sonrió y comenzó a avanzar, Kyle la siguió hasta quedar a la par.

Observaba cómo avanzaban por las calles mientras sentía el viento y el ligero roce de la espalda de Kyle contra su brazo derecho.
Recordó lo mucho que le había costado acercarse a él. Su amigo era muy especial con su distancia personal y no mostraba mucho interés por el contacto físico.
Solía compararlo con un gato, a veces era Kyle quien se acercaba, abrazándolo o tomándolo de la mano, pero no era mucho comparado con lo que Stan lo buscaba a él. Siempre sintió una necesidad de permanecer muy cerca.

Heidi y Kyle conversaban y reían, era extraño ver a su mejor amigo tener toda su atención en alguien más.

Incluso cuando él mismo tenía una relación con Wendy, elegía pasar mayor tiempo con Kyle. Siempre fue una decisión muy simple...
Un movimiento brusco despertó a Stan de sus pensamientos. Kyle aceleraba y cada vez aumentaba más su velocidad. Él y Heidi tenían una carrera de bicicletas.

— Si te gano, ¡me dejarás trenzar tu cabello! — Heidi gritó mientras pedaleaba con fuerza, su falda larga ondeaba con el viento que cortaba.

— ¡Ni lo pienses! — Le contestaba Kyle agitado y pedaleando más fuerte. — De todos modos, ¿por qué querrías hacer eso?

— Te había dicho. — Dijo con voz muy agitada — ¡Me gusta tu cabello!

Kyle negó con la cabeza y Stan creyó que rodó los ojos. Lo sabría con seguridad si lo estuviera viendo de frente, pero como su cara no era perceptible, podía adivinarlo por la manera en la que sus hombros se movían cada que hacía eso.

— Ajá... Si vas a inventar excusas para humillarme, piénsalas mejor. — Heidi giró para míralo y refutarlo, pero Kyle continuó. — Si yo gano, me dirás quién es el chico del que tanto me hablas. Ese que te gusta. — Pidió con un tono pícaro en su voz.

Stan observó con detenimiento cómo el rostro de Heidi se horrorizó por unos segundos. — ¡N-No puedo!

— ¡Tendrás que ganarme entonces! — Kyle le sonrió y sacó la lengua.

Siempre has sido tú. (Editada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora