5. Algo se siente diferente.

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Cuando terminaron de comer ya era muy tarde para que el pelinegro regresara a casa. Ambos se miraban sin decir nada, probablemente esperando a que el otro fuera quien lo pidiera, pues aún estaban muy tensos para volver a su dinámica anterior. Había tensión hasta que Kyle rompió el silencio que existía.

— ¿Te gustaría quedarte a dormir? — Preguntó nervioso. — Tengo- ah... tengo un cambio de ropa tuyo de la última vez que viniste, podrías usarlo mañana y-

— ¡Si! — Dijo de inmediato, interrumpiéndolo. — Me encantaría- me, uh, claro, me gustaría. — Sonrió por completo. — ... Sólo llamaré a mis padres para avisar. — Casi podía saltar de alegría.

Stan sabía que en verdad no les importaba, pero no iba a permitir que lo sermonearan por no llamar, así que avisó de todos modos. Randy estaba totalmente drogado, decía tonterías que no valía la pena escuchar y fastidiado decidió colgarle. Llamó a su mamá, quien le respondió con cariño diciéndole que se cuidara mucho y que saludara a Kyle de su parte.

Volvió a la mesa y se quejó de su padre a lo que su amigo le dio unas palmadas en el hombro. Palmadas que lo hicieron sentir cómodo del todo en su presencia del todo. Tal vez Kyle no era consciente por completo, o tal vez sí, pero para Stan el contacto físico era más que fundamental y recibirlo después de haber estado disgustados por poco más que un mes, hacía que muchas cosas en su cabeza se tranquilizaran.

— ¿Quieres jugar videojuegos? — Preguntó el pelirrojo muy entusiasmado.

Se sentía como una de esas pijamadas que solían tener de niños, o más bien, que nunca habían dejado de tener. Pero en el aire se podía sentir una emoción al volver compartir el tiempo de esa manera. — Claro que sí — Respondió sonriendo.

— Pero primero lavemos los trastes. — Agregó Kyle.

— Tus padres no están, podríamos lavarlos después de jugar. — Hizo un puchero.

Kyle sonrió. — Esto no lo hago por mis padres, tú sabes que odio brincar deberes. — Sus cejas se contorsionaron en asco. — Y odio las cosas sucias también.

Se limitó a resoplar y asentir. Cargó los platos y vasos que faltaban, mientras Kyle limpiaba la mesa y la ordenaba.
Cuando el pelirrojo terminó, se colocó a su lado derecho y comenzó a secar los platos ya lavados. — Queda un poco de tarta de manzana que hice el otro día con Ike. — Comenzó a decir mientras en círculos frotaba un plato. — ¿Te gustaría comerla de postre?

— ¡Viejo! ¡Tú sabes que me encanta la manzana, claro que sí!

Kyle le sonrió, se dirigió al refrigerador y sacó su tarta. Tenía un aspecto muy casero, pero era muy bonita. La había decorado en la parte superior y a Stan le dio ternura imaginarlo detallando su postre.
Stan no podía dejar de admirar todo lo que su amigo hacía. Todo de Kyle parecía bien hecho, hasta él mismo...

El pelirrojo sirvió dos porciones y salió de la cocina. — Vamos a comerla mientras jugamos, ven.

Subieron las escaleras y llegaron a su habitación, que permanecía esencialmente como la última vez que la visitó, sólo con un par de muebles en diferente posición. Era ordenada, limpia y bien cuidada.
Se les fue el día jugando Mortal Kombat, únicamente interrumpían su juego al ir al baño o por más tarta. Stan iba perdiendo y comenzaba a molestarse. Kyle no hacía más que burlarse y molestarlo mientras reía a carcajadas. Presumía ser mejor peleador y eso lo enojaba mucho.

— Eres muy arrogante. — Dijo mientras luchaba por presionar todos los botones.

Ambos con su concentración y mirada en el televisor, sentados en el suelo y demasiado competitivos como para relajarse siquiera un segundo.

Siempre has sido tú. (Editada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora