22. Cobarde.

1.3K 126 65
                                    

Alguien abrió las puertas del armario. Kyle vio luz cegadora entrar y de inmediato se despegó de su mejor amigo. Estaba asustado, alterado. Corrió en una sola dirección y al salir de la habitación entró directamente hacia el baño, donde cerró la puerta, apagó el foco y se agachó, sentandose en el piso y abrazando sus piernas, buscado confort. Su cuerpo no paraba de temblar y su mente de pensar.
Escuchó cómo el ruido de la fiesta disminuía con el paso de las horas sin poder dormir ni pensar en otra cosa que no fuera... eso. ¿Fue real?... ¿Había sucedido de verdad? No sabía qué creer o pensar con exactitud, simplemente, no tenía mucho sentido...
Por la mañana abrió la puerta, encontrando un rubio dormido y acostado en una posición muy incómoda. — Tweek. — Se agachó cerca de él e intentó despertarlo, pero no obtenía resultado. — Tweek vi un gnomo. — Aseguró en un intento por llamar su atención.

— ¡Ahh! ¡¿Dónde?!

— Ya se fue... ¿Estuviste aquí... toda la noche?

El rubio asintió — Me preocupaste... — Lo veía molesto y ojeroso. — E hiciste que media fiesta orinara en mi jardín, incluyéndome.

— Lo siento.

— Está bien. Viejo, agh, lamento haber abierto mi armario... — Talló sus ojos distraídamente, se notaba que tampoco había dormido bien. — Yo no sabía que estarían ahí. ¿Te molestaste m-mucho conmigo y por eso te encerraste aquí?

— ¿Qué? — Negó con la cabeza. — No huí de ti.

— ¡¿No?! ¿En serio? Pero tú estabas- oh. — Sus ojos se abrieron al darse cuenta de algo que no había pensado bien. — ¡Ohh!... uhm ¿Quieres hablar de... eso?

Kyle rechazó la propuesta y lo ayudó a levantarse del piso.

— De acuerdo... — Tweek le sonrió. — Entonces prepararé café para ambos.

Se alistaron para ir a clases. Los dos estaban muy desvelados y cansados, aunque por razones muy diferentes. Al llegar al instituto se dedicó a concentrarse en sus materias y asistir a sus reuniones para los preparativos del baile. Recorría los pasillos del instituto cabizbajo hasta que tropezó con alguien y al subir la mirada ahí estaban esos ojos dulces y tranquilos.

Stan lo observaba feliz, con la energía de un cachorro. Sostenía la funda de su guitarra con una mano y la otra la tenía dentro de su abrigo. Su corazón se apachurró al verlo de inmediato y sintió sus mejillas calentarse por completo.

— ¡Hey, tú! — Dijo muy entusiasmado y con una sonrisa enorme sobre su rostro.

— H-Hey — Contestó Kyle con la mirada evasiva y muy tímida.

Stan agachó un poco la cabeza para verlo más cerca y nivelar su estatura. — ¿Está todo bien? — Preguntó preocupado por un momento.

— ¡Yo estoy bien! ¿Tú estás bien? ¿Tienes r-resaca? — Mierda, eso había sido muy directo. Sentía su cabeza querer explotar de los nervios y sus pies estaban listos para huir en cualquier moemnto.

Stan subió una ceja, confundido y tratando de entender lo que su mejor amigo decía. — ¿Resaca?

— Sí, bueno, olías un poco a bebida, supuse que tú tal vez... bueno, no sé...

— ¿Oh, en serio?

Asintió con la cabeza. — Sí... entonces tú, no recuerd... ¿tú recuerdas el día de ayer? — Preguntó acelerado. Casi queriendo que la respuesta fuera un no.

Stan se alejó del poco acercamiento que había hecho, se enderezó y lo examinó de pies a cabeza. Estudió su rostro por largo tiempo y Kyle no podía hacer más que contener la respiración. — Lo hago. — Vio que Kyle enredaba sus dedos entre sí y lo veía muy preocupado. Entonces el semblante de Stan dejó de ser sonriente y ahora lo veía con cejas preocupadas, parecía entender qué pasaba. — Me pediste perdón y somos amigos de nuevo. — Dijo un tanto dcepcionado.

Siempre has sido tú. (Editada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora