10. Jugo de manzana.

1.4K 146 10
                                    

Había pasado horas pensando cómo vestirse. Decidió por una camisa blanca de cuello alto con pantalones negros, sus botas cafés largas de siempre y una chaqueta verde que tenía olvidada. Trató de controlar su cabello peinándolo mojado y aplicando poca laca, pero no le gustaba cómo lucía, decidió rendirse y dejarlo rebelde como siempre. Se despidió de Ike revolviéndole el cabello, le dio un beso en la frente a su madre y le sonrió a su padre.
Pensó en llamar a Stan para llegar juntos a la fiesta, pero lo conocía y seguramente estaría dormido, así que pronto salió de su casa y se dirigió a la de Clyde. Pasó por una tienda donde compró botanas y postres.

Mientras caminaba, recordaba lo cálido que había sido acampar el día de ayer con sus amigos y compañeros, su tobillo aún dolía y tenía que caminar con cuidado e incluso arrastraba un poco el pie que se encontraba vendado, pero no era comparado con el dolor que había sentido cuando cayó.
Le daba mucha alegría pensar en cómo sus amigos se habían preocupado tanto por él, Kenny y Stan lo habían cargado, Heidi lo ayudó a vendarse, las chicas lo acompañaron y cuidaron mientras que Butters en toda la noche le preguntó cómo seguía.
Se sentía querido y no había nada más reconfortante que eso, aunque estaba aún cansado pues no había dormido bien. Se había acostado tarde por estar con sus amigas y el profesor los despertó exageradamente temprano para regresar.

El camino de regreso lo había pasado con Cartman y Kenny, quien lo ayudaba a bajar y caminaba a su paso, habían perdido de vista a Stan y los tres lo vieron subir solo al autobús que había rentado el profesor para la excursión. No le dio mucha importancia, supuso que tampoco había dormido bien y no estaba de humor para convivir, por lo que lo dejó tranquilo. Entendía que Stan a veces necesitaba un respiro de sus discusiones con Cartman y las carcajadas ruidosas de Kenny.
Sus pensamientos hicieron el camino más corto y ya se encontraba frente a la casa de Clyde. Avanzó hacia la puerta y tocó el timbre.
Nadie le respondía o le abría la puerta por lo que timbró otras cuatro veces.

Clyde abrió con una ceja arqueada. — ¿Qué haces aquí? — Dijo mientras daba un sorbo a su vaso. Tenía ropa informal, no parecía que diera una fiesta.

— ¿Vine a la fiesta? — Dijo enseñando lo que había comprado.

— ¿Por qué a esta hora Kyle? Normalmente no se llega de inmediato.

— ¿Quieres que regrese más tarde?

— Nono, ven, ahora vas a ayudarme.

Clyde lo entretuvo ayudándolo con decoraciones y últimos preparativos. Después ayudó con la comida mientras conversaba con el de cabello castaño que estaba ocupado preparando una jarra de algo que no estaba muy seguro qué era exactamente. — ¿Quieres comenzar? — Preguntó con malicia en sus ojos. — Yo inicié antes de que llegaras.

— Gracias, pero no tomo. — Continuó con su tarea pacíficamente.

Clyde casi escupe su bebida cuando lo escuchó decir eso y se plantó frente a él. — Amigo... ¿Nunca? — Sus ojos marrones lo observaban con incredulidad.

— Nunca y no entiendo por qué tanto escándalo con eso.

— ¡Sólo hay que encontrar algo que te guste!! — Dijo mientras daba la sonrisa con mayor seguridad que Kyle hubiera visto. Se desplazó por la cocina y tomó dos botellas ofreciéndole una — Prueba ésta.

Kyle dio un trago y un sabor amargo inundó su boca. — ¡Agh! ¡Asco! — Tenía toda su cara arrugada y fue por un vaso de agua.

— Bueno, ya ni mejor te ofrezco ésta... Déjame prepararte algo.

— Viejo, no entiendo por qué debería tomar...

— ¡Para que te diviertas!

— Puedo divertirme sobrio, Clyde...

Siempre has sido tú. (Editada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora