I

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— ¡Más rápido!. — demandó en un gemido.

Él la tomó de sus caderas con ambas manos, atrayéndola más hacia su cuerpo e intensificando más sus movimientos. Observando cómo ella arqueaba ligeramente su espalda en cada embestida dura.

Adentro de la suite de aquél lujoso hotel, se encontraban Alfredo Guzmán y Elena Zúñiga teniendo sexo ocasional. Pues, después de una "larga" noche de copas, miradas coquetas, y un montón de labia de parte de ambos. Finalmente tuvieron ese encuentro pasional a cuerpo desnudo.

Alfredo echó su cabeza hacia atrás al sentir acabar dentro, escuchando de fondo el último gemido de la rubia, provocando que él sonriera victorioso.

Se tumbó encima de ella, dejando un tierno beso en sus labios. Por su parte ella lo tomó de las mejillas, haciendo más profundo el beso. Ambos se miraron a los ojos, y se dieron una sonrisa acompañada de una risita.

No dudó en enrollarla en sus brazos, dándole un beso en su cabeza. Quizás eran los tragos que traía demás, pero sentía tan bien, tan tranquilo. 

Ella no lo sabía, pero en una noche lo había hecho sentir cómo nunca antes. Hasta parecía como si se hubiera enamorado de ella.

ELENA

Una punzada en mi cabeza hizo removerme sobre la cama. Por inercia, llevé ambas manos a mí frente e hice presión en ella, casi como esperando que así se calmara el dolor. Di un suspiro largo antes de abrir los ojos.  

Maldita sea. No estaba en mi casa.

Al darme cuenta de eso, abrí mis ojos al tope. Pero al sentir un bulto tibio detrás de mí, mi instinto se puso alerta.

Con nervios e incluso, algo de miedo volteé hacia atrás. Me encontré con una espalda desnuda y algo trabajada. Me quedé ida detallándola, había algunas pequitas y lunares por toda la zona. Pero lo que llamó mi atención fueron dos lunares que resaltaban entre todos cerca de su hombro; eran un poco más grandes que los demás, sin contar que los dos estaban casi juntos y estaban en diagonal.

Entonces fue cuando los recuerdos llegaron a mí.


— ¡Weey!. Ya viste que el chavo de allá no te deja de ver. — habló Monse con una notable sonrisa.

— Síii. Ya lo había visto desde hace rato. — dije dándole una mirada rápida al chico. 

— Tienes que hablarle. — dijo Karla. 

— ¿Creen?. — pregunté divertida. Aunque realmente me estaba haciendo la loca. 

— ¡Siii!. — exclamaron obvias. 

— Ya veremos... 

Nuevamente volteé a verlo, y aún seguía mirándome con una sonrisa ladina. El hecho de que estuviera bebiendo de su bebida mientras me veía, lo hacía ver demasiado sexy.

...

— Entonces qué... ¿Me permites invitarte un trago?. — preguntó coqueto.

— Así nomás. O, ¿Pedirás algo a cambio?. — lo cuestioné. 

— Porqué tendría que pedirte algo a cambio. 

— Así funcionan todos los hombres. — dije con burla. 

— Pero yo no. — dijo seguro — Además. No le faltaría el respeto a ninguna mujer. Mucho menos a una cómo usted. 

— ¿Una cómo yo?. — asintió — ¿Cómo?.

— Una belleza de los pies a la cabeza. Con todo el respeto, claro. 

— Te compro tu labia. — reí — Ándale, pues. 

Le hizo una seña a un muchacho que estaba por ahí, y este no tardó mucho cuando regresó con un par de botellas de champagne en manos. El tipo nos sirvió en unas copas, para luego darme una de ellas.

— ¡Salud!. 

— Salud. — respondí chocando su copa.

...

Sin dejar de cargarme abrió la puerta de la habitación. Al entrar en ella, me aventó gentilmente a la cama. Aprovechó para quitarse la camisa, zapatos y desabrochar su pantalón. 

Yo sólo bajé los tirantes de mi vestido y parte del pecho dejando mis senos al aire. 

Me tomó de las piernas arrastrándome hacia él, y una vez cerca nuevamente empezó a devorar mis labios, bajando por mi cuello y haciendo camino hacia mis pechos.

Para estar demasiado ebria. Realmente lo estaba disfrutando mucho.


— ¡Ay, no!. — solté. Pero inmediatamente me tapé la boca.

Me quedé unos segundos sin emitir ningún ruido, e incluso sin respirar, para comprobar que no lo había despertado. Rápido, pero sigilosamente me paré de la cama buscando y tomando mis cosas. Entré al baño emparejando la puerta para no hacer ruido, y empezar a vestirme.

Me di una última mirada en el espejo, retirando lo que se había corrido de máscara de pestañas. Ni siquiera me tomé el tiempo de hacer mis necesidades porque, la verdad me urgía salir de ahí.

Salí del baño y observé el lugar, cerciorándome que no estuviera dejando nada o que él no hubiera despertado.Antes de salir de la habitación, le di una última mirada. 

Estaba semi bocabajo, con un brazo atrás y el otro abrazando una almohada. Y de la mitad de su cuerpo hacia abajo, sólo estaba cubierto por una sábana blanca. Que, en lo personal, dejaba mucho a la imaginación.

Cuando me puse del otro lado, me tomé el atrevimiento de acerarme y verlo mejor. A pesar de que se encontraba dormido, realmente se veía atractivo. Su cabello casi castaño, rizado, y despeinado lo hacían ver sexy, sus labios rojos y carnosos eran apetecibles, y el rojez de sus mejillas, le daba un toque tierno.

Era muy guapo

Suspiré y caminé hacia la puerta para salir de aquel lugar.


Jijiji, esto sólo era un OneShot

¡Ups! - JAGSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora