Capítulo 8 (Maratón 3/3)

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|Narra Halley|

Le asesté un puñetazo en el pecho al chico, y este respondió soltándome de manera brusca al suelo.

-Eres un gilipullo -Le dije mientras me trataba de levantar- Buenas noches.

Dicho esto, le dejé en allí y me dirigí hacia la zona de los sacos de dormir. El mío estaba en una esquina, bastante separado del resto de los habitantes, pero también el más cerca al de Gally, Winston y Zart, quienes resultaron ser realmente simpáticos.

Me dormí al igual que el resto del Claro. Caí en un profundo sueño, el cual, me llevó hasta otro recuerdo perdido en mi memoria.

• • •

Había una niña, Halley, sentada en la mesa de una cocina. Estaba cenando junto a una mujer bastante joven y al igual que ella, pelirroja. También había un niño, seguramente cuatro años mayor que ella, pero este, era rubio.

-Cariño, sé que no quieres hablar del tema -Comentó la madre- Pero tu padre te separará de nosotros, para llevarte a CRUEL.

-Soy consciente de ello mamá -Mastiqué un trozo de filete y la miré a los ojos, decidida- No pienso cumplir sus propósitos.

-Bien dicho, hermanita -El rubio miró hacia la niña.

-Oye Mikey, ¿qué piensas respecto a lo de cruel? -Al oír el nombre de Mikey se me heló la sangre. Mi nombre falso era el de mi hermano.

• • •

Algo me despertó. Era como si alguien hubiese activado todo mi adormecido sistema interno. Mis piernas se levantaron, por si solas, sin ninguna sola orden de mi cerebro. No podía reaccionar era como... Si alguien tuviese control sobre mi propio cuerpo. Miré hacia el cielo, ya estaba amaneciendo. Las puertas se iban a abrir.

Mi cuerpo se situó enfrente de una de las puertas más alejadas al centro del Claro, como si lo que iba a hacer a continuación fuese alto secreto.

Las puertas se abrieron poco a poco y en cuanto hubo el suficiente espacio, mis piernas avanzaron hacia el Laberinto.

Hacia bastante tiempo que no pisaba aquella roca, desde que aparecí allí dentro, no me dejaron volver a entrar.

<<Ya está usted cerca señorita Halley>> La voz volvió.

Ni siquiera me habían permitís la capacidad para hablar. Estaba realmente confusa y preocupada, sobretodo por estar infringiendo la regla número uno de los clarianos.

Mientras mi cuerpo corría sin estar recibiendo órdenes mías, yo observaba los altos muros de piedra agrietada que estaba cubierta de hiedra. Pero de repente, mi cuerpo se detuvo.

Miré hacia el frente, allí había una mujer, vestida con un ceñido vestido blanco y un moño que recogía su cabello rubio. Sus labios estaban pintados de un rojo pasión. Y su piel era realmente pálida, dando la sensación de que iba a desmayarse en cualquier momento.

-Cuanto tiempo sin verla señorita Halley -Esa voz era la misma de la mujer que me hablaba a través de la mente- Un honor que se haya presentado.

Todavía no podía hablar, pero si escuchar. Mi cuerpo se sentó, cruzando las piernas y abriéndome los ojos.

-Quizá se este preguntando que este haciendo aquí -Me miró- O simplemente por qué en general.

Esta vez, si pude reaccionar por mi cuenta y asentí. Tenía ganas de saber respuestas, aun que para ello implicase jugarme la vida.

-Usted, junto con Thomas y Teresa cambiarán absolutamente todo -Comenzó a caminar de un lado a otro, con los brazos a la espalda- Tendrá que demostrar mejores capacidades de la que está actualmente mostrando si quiere encontrar la salida.

La chica del laberinto (Thomas, Minho y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora