Taehyung es un chico de diecisiete años que ha tenido un mal año.
Es inteligente e iba en el buen camino, pero luego de que su madre se marchara y su padre se deprimiera, se está graduando a duras penas y su novio de casi tres años lo bota por una...
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Bueno, vamos, niño bonito. Vamos a terminar con esto —insistió Abue tan pronto como mi pie golpeó el último escalón.
Miré a mí alrededor en la cocina llena de ladrillo rojo. Había algunas caras que reconocí y algunas que no, pero hubo una explosión de risitas y susurros a nuestra llegada.
—Abue —protestó la madre de Minjae y no pude dejar de pensar que tenía que aprender el nombre de cada uno—. Vamos a comer algo para desayunar primero. Hice café y bollos de miel. Jungkook me dijo que era tu favorito.
—Estoy segura de que estás listo para dejar de tener esa cosa en tu cara nunca más. Vamos. —Me hizo señas otra vez y tomó mi mano para tirar de mí a la habitación de al lado. Su piel estaba fría y suave, pero podía sentir sus huesos mientras me agarraba—. Jungkook y Jongsuk, ustedes también, esto no va a ser divertido.
Sentí mis ojos salirse ante sus palabras y me pregunté qué quería decir con eso. Me llevó para sentarme en el diván y apoyé una almohada debajo de mi cabeza cuando vi a Jongsuk y a Jungkook entrar en el estudio con nosotros.
—Ahora, Jungkook, ven, siéntate aquí —instruyó y señaló el lugar en el suelo junto a mi cabeza.
—¿Esto va a doler? —pregunté incapaz de no hacerlo—. No me dolió realmente la última vez que retiraste uno.
—Sí, me temo que lo hará.
Jungkook miró con dureza y me di cuenta de que no sabía eso.
—¿Qué quieres decir? —preguntó con rudeza.
— Jungkook, lo siento, encanto, pero era diferente la última vez. Sus intenciones no eran puras entonces tampoco, pero, esta vez fueron pura malicia y engaño. Tendrá que sentir cuando los retire y revivirá cada ataque.
—No. —Comenzó a levantarse y me agarró la mano para llevarme con él—. No, entonces no lo hará.
—Tiene que ser hecho. —Lo mantiene en su lugar con una mano en el hombro—. No obtendrá su energía de vuelta hasta que no las quite. Además, no quiere andar por ahí con esas cosas para siempre.
—No, no quiero —respondí en voz baja.
—No sabía que le harías daño —dijo Jungkook en voz baja, en cuclillas delante de mí, empujando mi pelo hacia atrás—. No tienes que hacer esto hoy. Has pasado por bastante.
—Quiero hacerlo. Quiero terminar con esto. Está bien.
Jungkook no se veía muy feliz con eso, pero asintió lacónicamente a Abue y me acarició la otra mejilla con los dedos antes de soltar mi cabeza mientras me echaba de regreso hacia abajo.
Ella le hizo un gesto a Jongsuk para que se sentara a mis pies así que sacó mis piernas para sentarse debajo de ellas, y ponerlas en su regazo.
