Capítulo 11

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Aparcamos en un enorme garaje junto a otros seis vehículos

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Aparcamos en un enorme garaje junto a otros seis vehículos. Seis. Vi la camioneta a la que se había referido más temprano. Era una Dodge Ram de cabina extendida. Los otros autos eran costosos y tenían nombres de modelos que eran letras y números y no tenía ni idea de lo que eran. Pero se veían bonitos.

Se bajó primero esta vez y me levantó de la moto. Me puso delante de él y me quitó el casco.

—Voy a tener que mantener un suministro constante de bandanas aquí, si queremos conservar esto —reflexioné mientras trataba de domar mi cabello.

Se rió suavemente.

—Bueno, puedes mantener cualquier cosa que quieras aquí. Te lo dije, eres bienvenido en cualquier momento. De hecho, y no estoy tratando de asustarte, pero tenemos una habitación libre con tu nombre en ella.

—¿Qué?

—Tenemos un par de habitaciones de sobra con camas. Nada especial, pero en cualquier momento que quieras quedarte a dormir, también eres bienvenido. Mis padres insistieron en que te lo dijera.

—Oh. De acuerdo. Gracias.

—Lo digo en serio. Me refiero, aún tenemos muchas cosas de que hablar, pero, una de ellas tiene que ser sobre qué vas a hacer cuando regrese a la escuela, cuando vuelva a casa y a mi apartamento. No puedo vivir donde Minjae por siempre.

Asentí y abrió la cremallera de su chaqueta, colocándola bajo el asiento.

—Sí, lo sé.

Y lo hacía, sólo no tenía idea de que hacer al respecto.

—De acuerdo. Vamos a ver a papá. —Tomó mi mano y caminamos hacia la puerta—. Realmente estás tomando bien todo, ya sabes. Sabía que lo harías, pero igual me sentía un poco preocupado.

—¿Quieres que corra hacia la puerta gritando? Porque puedo hacerlo si quieres.

Se rió fuertemente, su hoyuelo guiñando, y me sujetó alrededor de mi estómago.

—No. No quiero eso.

—Sólo verificaba.

—Realmente eres como perfecto —reflexionó en voz baja.

Oh, quería besarlo. Lo quería demasiado. No sabía por qué no lo había hecho aún, pero sabía que deseaba hacerlo desde ese pequeño destello de su mente. Entonces, ¿por qué buscaba evasivas?

Su expresión me dijo que leyó mi mente, pero mientras abría su boca para decir algo, escuchamos una voz por el intercomunicador.

—¿Jungkook? ¿Ese es Taehyung? ¿Qué hacen aquí? ¿Pasó algo? —dijo Jongsuk frenéticamente con su profundo timbre de voz.

—Por supuesto que es Taehyung, papá. ¿A quién más podría estar a punto de besar en el garaje? —gritó.

Mordí mi labio para evitar romper en una sonrisa, pero mantuve mi compostura ante su admisión. ¡A punto de besar!

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