•| Capitulo 14 |•

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Nos volvemos a encontrar.

Annabeth.

—Hola, Anna. —me saluda el ruso al verme entrar por el marco de la habitación.

Después de la llamada anónima que me hizo minutos después de la nueva emboscada, me ha dejado una dirección en un mensaje de texto. Encontré el lugar pasando algunas calles del bar de Tahashi, un lugar que ambos solíamos frecuentar hace tiempo.

—Sabes mi forma de ser Ferdinand así que al grano, ¿Por qué tanta insistencia en llamarme? —lo interrogó mientras el se acomoda mejor en el sofá de su oficina.

—Tenia ganas de verte cariño, además quería preguntarte si lo nuestro aún funciona. —me dice con una sonrisa ladina.

Suelto una risa nasal y el me mira con demasiada intensidad.

—Sabes el acuerdo y no creo que solo eso tengas para preguntarme, lo sé con esa mirada tan tuya. —respondo ante su comentario.

El ríe por lo bajo y vuelve su mirada hacia mi, la tenue luz que nos rodea me deja ver sus ojos azules tan serenos pero después se vuelven un mar de tormentas.

—Odio que me conozcas tan bien amor mío. —asegura.

—Deja de decirme así que ya no somos nada, me dejaste sola, yo lo daba todo por ti pero tú nunca hiciste nada por ambos. Ni siquiera se si tienes corazón. —comento rodeando el escritorio para sentarme.

—Oh vamos claro que lo tengo, solo que de un momento a otro cambio de dueña. —murmura cerca de mi.

Lo siento detrás mío, sus intenciones son que caiga demasiado bajo como para estar a sus pies. Suspiro, mientras intento reordenar las cartas para tenerlas a mi favor.

—¿Ah si? —lo cuestiono— yo creía que tal vez lo nuestro podría reconsiderarse. Sin reglas, no importa lo que digan los demás, te quiero a ti, en mi cama o en la tuya, primero nuestros deseos y luego el futuro. —le digo quedando cerca de sus labios nuestros alientos chocan y eso lo embriaga.

Cae en el sofá y abre las piernas, me siento a ahorcadas de el mientras el toma firmemente mi trasero, comienza esparciendo besos poco a poco en mi cuello mientras el jadea y suspira. Llevo sus manos a mi cadera mientras el me toma con posesión, el está hipnotizado por el momento y me da la ventaja de sacar de mi pantalón de cuero la daga que me regaló hace tiempo mi padre.

—No seré tan amable como antes. —susurra en mi oído.

—No importa, hazme nuevamente tuya. —lo ánimo mientras el sonríe animado.

En un rapido movimiento lo golpeó en la cara con mi rodilla haciendole sangrar de la nariz y el labio inferior, le hato las manos con el cinturón a su lado y lo dejo inmóvil.
El se mueve desesperado intentando zafarse del agarre pero le es inútil.

—¡Suéltame! —pide a gritos pero lo ignoro.

Chasqueo la lengua y rio por la situación. Me acerco a el y lo amenazó acercando mi daga en su cuello, ocasionando una pequeña herida en el.

—A mí me enseñaron a nunca bajar la guardia pero al parecer los hombres como tú son más imbéciles que nadie más. —le digo mirándolo con coraje, mientras el hace lo mismo.

—Una mujer no podrá llegar tan lejos en la mafia. —asegura el rubio.

—¿Quieres apostar? —lo cuestiono con una sonrisa burlona mientras el bufa de coraje — Eh asesinado a más de 150 personas y lo podría hacer contigo ahora mismo pero mejor no, para darte más ventaja hasta un tiempo determinado. —le digo guardando mi cuchillo mientras le sonrió saliendo de la habitación.

Pecado Original.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora