•| Capitulo 19 |•

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Castigo.

Advertencia: contenido sexual.

Narrador omnisciente.

Después de unos minutos abordo del helicóptero del italiano llegaron a una autopista en dónde un jet se encontraba apunto de despegar, Marcos invito a Annabeth a qué subiera y así lo hizo, momentos después ya estaban viajando directamente a Roma donde el pelinegro dejaría a la castaña.

—Pedi que te trajeran un poco de ropa por si quieres cambiarte o algo por el estilo, puedes tomar lo que quieras y si quieres descansar puedes hacerlo.— comenta el hombre frente al asiento de la ojiverde.

—Estoy bien, gracias.— dice la mujer sonriendo.

El de ojos negros se sienta enfrente de la mujer, ambos se encuentran solos ya que el personal del hombre se encuentra en la cabina, annabeth se encuentra sumida en sus pensamientos mientras que el italiano la mira de vez en cuando, ocasionando una tensión que poco a poco crece entre estos dos amantes.

La mujer se levanta de su asiento para ir por un poco de agua con hielos que logré quitar la temperatura que comienza a crecer en ella, vuelve con el vaso solo con hielos y Marcos la mira extrañado.

—¿Recuerdas que dije que te iba a castigar? —pregunta la mujer rompiendo el hielo entre ambos.

—Si, dime ¿quieres hacerlo ahora?—la interroga con una sonrisa juguetona.

—Tal vez. —chasquea la lengua— tengo la fantasía de hacerlo en un avión. —menciona la ojiverde mientras que su mirada detona lujuria.

—Bueno tendré que pedirle a mi personal que no nos molesten. —explica el pelinegro observando a la mujer frente a el.

—Hazlo. —ordena la mujer británica.

Marcos se levanta de su asiento y va directamente a la cabina, les dice algo a sus empleados y estos asienten cerrando con seguro el lugar.

—Sientate. —le ordena la mujer a el italiano.

Este acata la orden y toma asiento frente a la mujer, sin dejar de mirarse en ningún momento.

Annabeth se acerca peligrosamente a Marcos el cual se acomoda mejor en su asiento, las manos de la castaña viajan hasta el borde de su pantalón logrando quitar el cinturón de este con éxito. Después la mujer rodea el asiento y abrocha las manos de el pelinegro detras del asiento, marcos sonríe con picardía mientras que Annabeth lo mira desde una esquina del lugar.

—Necesito que te quedes totalmente quieto, no quiero llegar a tanto y tener que golpearte. —susurra la mujer en el oído de el ojinegro.

—¿Vas a golpearme? —cuestiona el hombre con picardía.

—Probablemente, se algunas maneobras de tortura y pueden llegar a ser demasiado placenteras. —explica la castaña sentándose a ahorcadas del joven.

Con un paño rojo tapa los ojos de Marcos, quien solo se sobresalta al no ver nada a su alrededor.

—Tranquilo. —lo relaja la mujer masajeando sus hombros.

—No estaré tan tranquilo cuando una diabla me ha vendado los ojos. —susurra mientras que intenta controlar sus impulsos.

Annabeth suelta una pequeña risa mientras que sigue con su plan, comienza quitando la camisa de Marcos rasgando esta por la mitad, con el vaso con hielos toma uno y chupa con sus labios, lo sostiene, empieza frotando el cubo por el pecho y cuello del italiano quien solo suelta suspiros de placer por las distintas temperaturas.

Pecado Original.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora