•|Capitulo 28 |• Final

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Fin del juego.

Annabeth.

Las puertas se cerraron dejándonos la salida fuera de nuestro alcance, eh decidido que nos vamos a separar, Olivia y yo vamos juntas acompañadas por matthew junto a varios hombres de Tahashi y míos.

Hasta ahora no hay señales de algún otro soldado, mientras que los demás están buscando un control de mando para poder abrir las puertas.
Escuchamos unos cuantos pasos pero nadie parece acercarse, los escuchamos nuevamente y disparamos a los soldados de Magnum quienes caen al suelo con rapidez.

—Necesito ir tras el, es la única forma de que todo esto termine. —les digo y ellos niegan rápidamente.

—Estas herida, no podrás pelear con el. —informa olivia.

—Tal vez, morir también puede ser una opción. —les comento, recargo mi arma y camino por otros pasillos hasta perderme de su vista.

(…)

El cansancio me va a matar, me recargo en una de las paredes pero el ardor hace que deje de hacerlo, ya eh sangrado mucho y necesito atender esas heridas o se infectaran.

—Ahí estás. —una voz me hace girarme y se perfectamente quien es.

Sus ojos azules, un mar de tormenta y paz que de un momento a otro se mezclan, me sonríe y yo no le voy a corresponder. Sus pasos son más cercanos a mi, trae un cuchillo en la mano, el mismo que poseía cuando nos conocimos y espera que me ponga a pelear con el.

En un movimiento rápido le lanzó una patada, tambalea pero aún se mantiene de pie, intenta herirme con el objeto pero logro esquivarlo, le propino un roce en la cara y abdomen, y eso lo hace enfurecer, con sus pies logra hacerme caer.

—¡Ah! —

El ardor me está matando, intento ponerme de pie pero su cuerpo no deja que lo haga.
Intenta herirme, el cuchillo está rozando mi pecho e intento detenerlo pero es más fuerte que yo en este momento.

Un disparo le da directamente en las costillas, la sangre me salpica en la cara y se toca el impacto intentando no morir desangrado, y deja de estar encima de mi, me arrastró con dificultad lejos de el.

Me levanto encontrándome con el rostro del italiano.

—¿Estás bien? —me pregunta, su rostro está cubierto de sangre y su cabello está desordenado.

Retrocedo.

—¿Te hirió? —vuelve a preguntar.

Niego, intenta acercarse pero le apunto con mi arma y levanta los brazos en señal de rendición dejando su arma a un lado suyo.

—No vuelvas a acercarte. —lo amenazo y el asiente sin ánimos.

—Perdon, no voy a dejar de decirlo hasta que me perdones. —comenta conectando sus ojos con los míos.

—¿Perdón? —le digo con ironía, mis ojos comienzan a cristalizarse y suelto una pequeña risa apartando la mirada.

—Se que fui un completo idiota, pero quiero remediar las cosas. —responde.

—Un simple perdón no va a arreglar las cosas, Santoro. —le digo a regañadientes.

—Eso lo sé perfectamente, pero después me di cuenta que me enamore, de que te amaba con todo mi corazón. —afirma, su rostro se ilumina con esperanza pero niego.

—Si eso hubiera sido cierto no hubieras hecho nada de esto. —contraataco.

Narrador omnisciente.

Pecado Original.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora