Capítulo 38 (Pulsera.)

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Narra Joseph:

La noche ya llegaba, las luces de las calles ya están encendidas. Cocinamos algo rápido y luego mis padres llegaron. Traían la cena de noche buena.

Hanna y yo caminamos hasta mi habitación y me senté en la cama, ella quedo parada en frente.

—Todas estas cosas son tuyas?—señalo unos autos de juguetes

—Son de cuando era chiquito.—me pare y me acerque a la estantería donde se encontraban los autos.—tendría unos 12, 13 años, no te aseguro nada.

—Y el diploma es de la academia?

—Si, es mío, te gusta?—asintió.—me costó conseguirlo pero aquí esta.—sonreía mientras me miraba y yo sonreí en respuesta.

Me acerque a ella y la abracé despegando sus pies del suelo. Deje varios besos en su cara mientras ella reía.

Todo era risas y besos.

Narra Hanna:

Luego de unos minutos paramos de jugar y me separé de el para ver encima de su escritorio. Me quedé unos segundos procesando, mire mi muñeca y allí estaba mi pulsera.

Joe me la había dado hace un tiempo, y justo frente a mí se encontraba una réplica perfecta de la pulsera.

—Por qué hay una réplica de mi pulsera aquí?—mire a Joe.

—Como va a haber una pulsera aquí?—se acercó y vio lo que yo estaba viendo.

Narra Joseph:

Ver eso me mando un flashback de lo que había soñado aquella vez. Tenía miedo de lo que esa estúpida voz decía.

Y si se volvía real?

No la quiero perder, ni hoy, ni mañana, ni en ningún futuro, ni cercano, ni lejano.

La mire y ella me miro, su cara mostraba confusión y apuesto a que la mía también.

—No sé qué hace eso ahí, no habrás dejado ahí la tuya?—ella me mostro su muñeca y allí se encontraba la original.

—Juro que no se dé dónde salió esa pulsera, pero tengo una mejor idea.

—Que mejor idea?

—Me pondré esta y tú te quedaras con la que ya tienes y así tendremos una cada uno.

—Me parece buena idea.—me coloque la pulsera en la mano derecha.

—Vamos a ponernos las pijamas, si?—dije mientras rebusque mi pijama en mi maleta.

Nos colocamos los pijamas y nos recostamos en mi cama, esta vez ella encima de mi cuerpo mientras abrazaba mi torso y yo acariciaba su suave y hermoso pelo.

Miraba un punto fijo y pensaba en lo sucedido, como es posible que una estúpida pulsera apareciera aquí cuando yo no he estado hace tiempo por esta zona.

Solo fue un sueño, o eso creo.

Mi cabeza daba muchas vueltas, hasta que me quede dormido.

Narra Hanna:

Ya estamos a 24 de diciembre, es noche buena, me desperté antes que Joseph, me levante silenciosamente y camine hasta el baño, hice mis necesidades y cepille mis dientes.

Salí hasta la cocina donde se encontraba la madre de Joseph.

Su madre es una de las mujeres más lindas que he visto, tiene pelo marrón, super parecido al de Joe, siempre lo lleva recogido, sus ojos, sus ojos me hacen recordar a Joseph, es bonita, y hay que decir que parece una modelo.

Me acerque a ella.

—Buenos días, Hanna.—me saludó

—Buenos días.—Saludé

Ella se encontraba cocinando, cocinaba unas galletas de vainilla.

—Necesita ayuda?—me ofrecí para ayudarla.

—Solo dime, te gusta el café solo, o con leche?—me miro.

—Solo.

—Perfecto, entonces esta todo pronto.

Gire mi cabeza para un costado y en la mesa de la sala ya habían un montón de cosas puestas en la mesa.

—Espero te gusten las tartas porque yo amo cocinarlas.

—Me gustan, se ve que es buena cocinera, no?

—Y eso que no haz probado mi comida aún.

Me entregó una taza de café negro.

—Gracias.

—De nada, disfruta y recuerda que aquí siempre eres bienvenida.

—Apreció eso.

—Vayamos a la mesa en eso de que se despierta Joseph.

—Claro.

Caminamos hasta la mesa y nos sentamos. Ella se encontraba en la cabecera de la mesa y yo aún lado de ella.

—Disculpa, puedo hacerte una pregunta?—me miro atentamente.

—Claro.

—Y tus padres?—Sentí como algo de mi se apagó.

—Mis padres...?—mi voz se iba apagando a medida que hablaba.

—Si, si te molesta no me lo cuentes.

—Se lo contare solo porque siento que merece saber.—me miro con atención—Mis padres fallecieron hace un tiempo y la verdad es que no me importa, nunca me importaron. Vivo solo con mi hermano.

—Hola, como están?—Joe apareció interrumpiendo nuestra charla.

—Hola hijo, como amaneciste?—se paró de su lugar para acercarse a él.

—Bien, tu como amaneciste?

—Yo muy bien, estaba aquí con Hanna que se despertó hace un ratito. Le prepare café y te hice uno para ti.

—Y papá?—preguntó sentándose a mi lado.

—Salió pero en un rato vuelve.

—Como estas?—pregunté

—Mal, porque no me despertaste.

—Te veías muy cansado, querías que te levantara llenándote de besos la cara?—el asintió y su mamá apareció con la taza de café de él.

—Que lo disfruten.—ella se sentó a mi lado y se empezó a servir de las tartas que había preparado previamente.

Joe hizo lo mismo. Y yo también.

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La vida es una...//Joseph QuinnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora