Gordo• [Ohmnanon]

7

NANON

La situación con Mark ha llegado al punto de arruinarme cualquier parte de mi vida.

No hay algo que pueda hacer por mi cuenta, que no me ocasione una pelea con él.

—¿Por qué no me avisaste? —me pregunta apenas abro la puerta.

—¿Tienes que tener la información de todo lo que hago?

—¡Sí!

Suspiro caminando a las escaleras, para que me siga a mi habitación.

Odio tener las discusiones afuera, porque sé que se escuchan.

—Estoy cansado de esto —le digo cerrando la puerta— llevo un tiempo pensando en que no deberíamos seguir juntos.

—Es por Ohm —responde apoyándose en la pared.

—¿Ohm es la causa de que seas un idiota?

—A veces él...

—Peleamos todo el tiempo, por cualquier razón —suelto interrumpiéndole— no metas a Ohm.

—Voy a meterlo, porque tú sabes bien de lo que hablo, te he prohibido estar cerca de él, y continúas ahí.

—¡Porque es mi mejor amigo!

—¡Tú le gustas!

Me detengo negando con la cabeza, porque no es verdad.

Yo intenté en el pasado acercarme a Ohm de esa manera, pero él siempre fue evasivo.

Por eso decidí enfocarme solo en nuestra amistad.

—Te gusta a ti, ¿verdad? —me pregunta directamente.

—Odio que tengas que mencionarlo, él está fuera de esto.

—Nanon...

—Vete ya —digo abriendo la puerta, con la voz más baja— no quiero seguir con esto.

Él resopla caminando afuera y cierro los ojos, porque tira las macetas por las escaleras y se rompen.

Aunque Ohm tiene la música alta en su habitación, creo que se escuchó.

Chimon abre su puerta y me mira confundido.

—¿Qué pasó?

Entro y me acuesto en mi cama, sin cerrar, para que entre también.

—Ya terminamos —digo cuando está a mi lado.

—¿Por cuánto tiempo esta vez?

Giro los ojos y él suspira acostándose también.

—No te hace bien, Non.

—Ya sé.

—No es una buena persona.

—Ya sé —repito haciendo un puchero.

—¿Vas a llorar? —pregunta acercándose a mi cara y analiza mis ojos.

—No —susurro moviendo la cabeza negativamente— él siempre se siente como un peso que estoy cargando y ahora puedo descansar.

Chimon me sonríe.

—Entonces puedo decir que me alegra.

—Lo hubieras dicho incluso si estuviera llorando —digo empujándolo al piso y él ríe.

Mueve la cabeza al ritmo de la música y suspira, mirándome.

—Ohm me preocupa.

—¿Por qué?

Mira al pasillo y se acerca, bajando el tono de su voz.

—Él no come.

Frunzo el ceño confundido y niego con la cabeza.

—¿Por qué crees que no come?

—Porque no lo hace, Nanon.

—Está cuidándose más por el gimnasio, eso es  normal.

—Siempre dice que va a comer afuera.

—Comimos fuera juntos, no está mintiendo —respondo levantándome.

Cruzo los brazos, porque creo que está exagerando.

—Me ha dicho que no me meta, pero me parece...

—Nada está mal con Ohm —digo interrumpiéndolo— pero voy a prestarle más atención, si es lo que esperas de mí.

También he tenido épocas con una alimentación cuestionable por las clases.

Nada puede estar mal.

Le saco la lengua y camino a la habitación de Ohm, pero cuando muevo la manija está cerrada, así que toco.

Nunca le ponemos el seguro a las puertas.

Espero parado ahí, y demora, aunque toqué fuerte.

—¿Qué pasó? —me pregunta parándose ahí.

—¿Puedo dormir aquí?

—No me siento bien, la comida me cayó mal y tengo el estómago revuelto.

—Oh...

—Hasta mañana —dice intentando cerrar la puerta y yo la detengo.

—¿Quieres una pastilla, Ohm?

—No, gracias.

Asiento soltando la puerta y él la cierra en mi cara.

Me quedo en silencio ahí e intento abrirla de nuevo, pero le puso el seguro, otra vez.