20.

79 4 0
                                    


15 de mayo, 2022

ANA SOFÍA

A las 2 de la mañana ingresamos a dormir, dejamos nuestro espacio asignado en la sala y nos acostamos en la habitación de Juan, ese era el último momento en el que podíamos estar abrazados antes de que se vaya. Me frustra tanto estar tan incómoda con la idea de alejarnos, desde hace algunos años deje mi lado posesivo a las cosas y personas, yo no puedo pretender que todo gire a mi alrededor, mi mente estaba bien con eso, pase repitiendo en mi cabeza durante la última semana que tres meses no era tanto tiempo, que pasaría trabajando en mi música y en el estudio, haríamos videollamadas cada que se pudiera para contarle de mi rutina y que él me cuente de la suya, quizás deba viajar para alguna reunión con mi padre, aprovechando de estar en el mismo país para poder visitarlos; pero mi subconsciente no me la pone nada fácil, me recuerda mi relación anterior una y otra vez, dejándome en claro que parte de la culpa de que no funcionará fue la distancia, la poca comunicación, el trabajo y esos episodios de ansiedad que atacan en mi interior dejándome sin energías para seguir el día, convirtiendome en alguien irreconocible al día siguiente, una persona que vive en automático por algunas horas.

Con apenas tres horas de haberme acostado, me levanto de la cama con cuidado de no interrumpir el sueño de Juan Pablo quién descansa plácidamente con esos ronquidos que tanto amo; camino a la cocina cerciorándome que todos sigan durmiendo, quiero tiempo a solas y sé que cocinando se despeja mi mente, comienzo picando algunas cosas y revolviendo otras para realizar un omelette y tostadas, mientras que conecto la cafetera con todo listo para desayunar, voy muy bien con el tiempo antes que suene la alarma a las siete de la mañana que Moncho había colocado anoche para que no pierdan el avión y poder despedirse cada uno de su familia en un mismo sitio, se van a ir con una buena resaca, pero a tiempo. Sin embargo, no todo es color de rosa, al ver que el reloj marca las 6:05 mi mente juega de nuevo conmigo, provocando que comience a temblar, sollozar e hiperventilar, estaba comenzando ese episodio de ansiedad que tanto me estaba costando controlar, salgo al balcón evitando que el sonido rechinante de la puerta corrediza se escuche, comienzo a respirar pausadamente para minimizar los síntomas, hasta que siento que me abraza por detrás un Bachi con olor al tequila que habíamos traído de México, su estatura la conocía bien.

Martin- ¿Qué pasa Nani?- se escucha agotado y un poco molesto por la luz del amanecer, tremendo dolor de cabeza debe tener este pobre- ¿Por qué abro mis ojos y me topo con usted huyendo hacia el balcón del depa ocultándose?

Ana Sofía- No pasa nada Marto, estoy bien- intento hablar calmada a pesar del nudo en mi garganta- es solo que los voy a extrañar mucho como te dije ayer- evito voltearme para que no me vea a los ojos, si lo hace voy a retroceder con la calma obtenida gracias a las respiraciones.

Martin- A ver, vuelva a verme- me hace girar a la fuerza y yo rompo en llanto al ver sus ojos- Eu Bonita, no llores... Vamos a llamarla los cuatro hasta que se canse y no nos conteste más por insistentes- a pesar de mi llanto, sabía que no tocaba fondo aún, pero estaba a nada de hacerlo- nosotros también la vamos a extrañar mucho, es mi mejor amiga Nani- lo abrace como nunca antes, no puedo caer en este momento, estos maravillosos seres humanos son capaces de atrasar su viaje solo para que este bien, los conozco mejor de lo que ellos piensan.

Desayunamos lo más tranquilos posibles y alistamos todo para poder irnos a despedir de sus familias, un momento lleno de melancolía y buenos deseos. Isaza conduce hasta el aeropuerto con nosotros peor que sardinas en la parte de atrás del auto, ingresamos en un vehiculo de cinco plazas un total de siete personas, junto con las maletas de ellos cuatro, bajamos todos esquivando a la seguridad del lugar que resguarda a los chicos de algunos fans efusivos, logramos ingresar sin tanto inconveniente y esperamos hasta que les pidan abordar, me despido de todos con lágrimas en los ojos y con mis respiraciones pausadas.

BUSCANDO EL AMOR VERDADERO (Juan Pablo Villamil- Morat)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora