III

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Me di una bofetada con la mano mojada

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Me di una bofetada con la mano mojada.

— Deja de llorar, estúpida — murmuré —. Ese imbécil no te puede hacer derramar una lágrima — respiré hondo —. Veamos... Mamá y papá dijeron que pasado mañana llegan del viaje de negocios... Entonces...

Tocaron la puerta del baño. Inmediatamente fui a abrir.

— Ori-chan, tengo hambre...

Sonreí. La pequeña Eri siempre me alegra el día. La cargué en brazos liberando de ella una risa dulce.

— Bien, veamos — la dejé sentada sobre la isla de la cocina — ¿Qué es lo que le gustaría comer a la pequeña Eri?

— ¡Galletas!

La miré con los ojos entrecerrados. Ella sonrió dulcemente. Reí bajo mientras negaba.

— Bien, vamos por...

La puerta cerrándose me puso en alerta. Nadie más tiene las llaves de la casa excepto el abuelo de Eri, quien fue el que me contrató.

— Eri, quédate aquí y no salgas.

— Sí.

A pasos lentos me dirigí a la puerta. Touya, Keigo y Tenko me han enseñado cómo defenderme y es momento de ponerlo en práctica.
Salí de la cocina y me encontré con mi pesadilla.

— Esto es un chiste...

— ¿Y Eri? — preguntó.

— ¡Papá!

— ¿Papá? — pregunté confundida. Esto no puede estar pasando. Eri pasó corriendo a mi lado para lanzarse a los brazos de ese sujeto odioso, quien la cargó provocando una risa en ella.

— ¿Por qué estás usando tu mascarilla? — preguntó la niña.

— He olvidado quitármela — respondió. Hasta parece otra persona cuando está con su hija.

Miré en dirección de la cocina preguntándome cómo Eri bajó de la isla sin lastimarse. Y si se lastimó, ese idiota me va a matar. Al llevar nuevamente mi vista al frente me encontré con una imagen diferente de ese sujeto...

¿De qué sirve que sea tan atractivo si tiene una personalidad de mierda?

Evadí la mirada para que no viera mi sonrojo.

— ¿Cuántas veces te he dicho que no dejes entrar extraños a la casa?

— No es ninguna extraña, ella es mi niñera. Ori-chan.

— Con que tú eres la famosa Ori-chan — dijo, viéndome. Lo miré y asentí —. Bien. Ya llegué, puedes retirar...

— No, papá — dijo con tristeza —. Ori-chan y yo íbamos a ir a comprar galletas.

— Sí — intervine —. Eri-chan quería galletas e íbamos a ir.

Suspiró y bajó a la niña.

— Entonces ve por tus zapatos y tu bolso porque vamos a ir — dijo. ¿Acaso dijo vamos?

Speechless |Kai Chisaki|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora