XIV

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Recuerdo perfectamente la primera vez que conocí a Kai Chisaki, un encuentro que en su momento parecía un mal augurio, una de esas situaciones que nunca piensas que van a cambiarte la vida

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Recuerdo perfectamente la primera vez que conocí a Kai Chisaki, un encuentro que en su momento parecía un mal augurio, una de esas situaciones que nunca piensas que van a cambiarte la vida. Pero lo hizo. Fue un día cualquiera, o al menos así había comenzado, cuando por pura mala suerte mi patineta, la que traía Touya, quedó hecha pedazos bajo las ruedas de una camioneta. No fue intencional, claro, pero lo único que pude sentir fue rabia al ver cómo algo que apreciaba tanto se destruía en cuestión de segundos.

Era joven, con el temperamento explosivo propio de mi edad, y aquel hombre al volante, el mismo que después conocería como Chisaki, no me inspiró más que desdén. Su actitud fría y desapegada, sin disculpas, sin siquiera un destello de empatía, me dejó con una mala impresión. Para mí, era sólo otro hombre arrogante que creía que el mundo giraba en torno a él. La rabia me quemaba por dentro, y con cada mirada que le lanzaba, sentía que mis prejuicios se confirmaban.

Touya intentó calmarme, como siempre hacía, pero yo estaba tan furiosa que no quería escuchar razones. La patineta, algo tan trivial en el gran esquema de las cosas, representaba algo mucho más importante para mí. Era un símbolo de mi independencia, de mi libertad de moverme a mi manera por el mundo, y verlo destruido bajo la indiferencia de un extraño me dolía más de lo que debería.

Sólo pasaron horas, y la vida, de alguna forma cruel, decidió entrelazar nuestros caminos de nuevo. Contra todo pronóstico, terminé trabajando para él, el hombre que en su momento había tachado de insensible y arrogante. Las vueltas del destino me colocaron bajo su ala, y lo que una vez fue desdén lentamente se convirtió en algo mucho más confuso y complicado.Chisaki tenía esa manera de controlar todo a su alrededor, incluida yo. Nunca había sido sumisa, ni con mis padres ni con nadie más. Siempre me había asegurado de mantener mi independencia, de no dejar que nadie me controlara o me hiciera sentir pequeña. Pero con él, todo era diferente. No sé cuándo fue exactamente que empecé a ceder ante su voluntad, pero recuerdo la primera vez que me rendí por completo. Fue algo físico, una noche en la que nuestras miradas se encontraron de una manera distinta, y yo, sin siquiera pensarlo, dejé que él me guiara.

Mi cuerpo, mi mente, todo en mí fue sumiso ante él esa noche, algo que nunca había permitido con nadie más. Me entregué, completamente y sin reservas, y hasta el día de hoy, no puedo explicarlo. ¿Era amor? ¿Atracción física? ¿O simplemente una necesidad de perderme en alguien más, de dejar que otra persona tuviera el control por una vez en mi vida? La confusión me carcomía, y aunque no me arrepiento de lo que pasó, aún no puedo descifrar por qué fue él quien logró lo que nadie más había logrado.

Había algo en Chisaki que me atraía de una manera inexplicable, algo oscuro, complejo. Me sentía atraída por su misterio, por la manera en que mantenía todo y a todos a distancia, incluso a mí. Y, sin embargo, cuando estábamos solos, había momentos en los que bajaba esa guardia, aunque fuera sólo un poco. En esos momentos, me sentía especial, como si fuera la única que podía ver más allá de esa máscara de frialdad.

La confusión no tardó en convertirse en un conflicto interno que no podía ignorar. ¿Estaba enamorada de él? ¿O simplemente atraída por lo que representaba, por su poder y su control? Cada vez que estaba cerca de él, sentía una mezcla de emociones que me era imposible clasificar. Deseo, frustración, atracción, y sí, algo que podría ser amor, pero que no quería admitir por miedo a lo que eso implicaría.
La noche en el club nocturno fue un buen ejemplo de esa confusión que tanto me atormentaba. Chisaki había bebido mucho, mucho más de lo que debería. Era raro verlo así, siempre tan controlado, tan consciente de sus acciones. Pero esa noche no era el hombre al que estaba acostumbrada. Estaba ebrio, y por alguna razón, me tocó a mí cuidarlo. Era algo irónico, considerando cómo normalmente él era el que controlaba todo. Pero ahí estaba yo, actuando como su madre, asegurándome de que no se levantara de la mesa, de que no hiciera ninguna tontería.

—Kai, por favor, quédate quieto —le dije en un tono que intentaba sonar firme, pero que probablemente salió más suave de lo que pretendía.

Él sólo me miró, con esos ojos que en ese momento parecían mucho más vulnerables de lo que había visto antes. No sé si fue el alcohol o simplemente el cansancio, pero de repente se inclinó hacia mí y me abrazó. No debería haberlo permitido, no cuando mi mente estaba en ese estado de caos, pero lo hice. Dejé que sus brazos se cerraran alrededor de mí, y mientras la noche continuaba, simplemente me quedé ahí, sintiendo su calor, su peso contra mí.

Podía sentir su respiración contra mi cuello, el ritmo lento de alguien que estaba al borde de caer dormido. Y por alguna razón, no me molestó. Al contrario, sentí una calma que no había sentido en mucho tiempo. Era absurdo, lo sé, pero en ese momento, todo parecía estar bien. Como si, por un breve instante, las cosas estuvieran en su lugar.

¿Era amor lo que sentía? ¿O simplemente me gustaba la idea de ser la única persona a la que Chisaki permitía acercarse tanto? ¿La única persona que veía esta faceta de él, vulnerable y humana? Era una pregunta que no podía responder, y que probablemente seguiría atormentándome por mucho tiempo. Porque la verdad es que no sabía si alguna vez obtendría una respuesta clara.

Las luces del club parpadeaban, la música sonaba de fondo, y yo seguía ahí, con Kai apoyado en mí, su abrazo más firme de lo que debería haber sido para alguien en su estado. Y aunque sabía que debería haberlo apartado, no lo hice. Porque en el fondo, parte de mí disfrutaba de ese momento, de ser el centro de su atención, aunque sólo fuera por una noche.

Me preguntaba si este era el verdadero Kai, si detrás de toda esa frialdad había alguien capaz de sentir, de amar. Pero ¿era eso suficiente? ¿Podía realmente amarlo? ¿O simplemente estaba atrapada en la atracción de lo prohibido, de lo peligroso?

No tenía respuestas, solo preguntas. Y mientras lo observaba dormir a mi lado, me di cuenta de que, por ahora, eso tendría que ser suficiente.








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No se subieron en orden y tuve que volverlos a subir, esta vez de manera correcta.

Una disculpa o(╥﹏╥)o

Speechless |Kai Chisaki|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora