XXII

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Me encontraba sumergida en el mar de informes cuando el error se hizo evidente

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Me encontraba sumergida en el mar de informes cuando el error se hizo evidente. Todo se veía bien, pero luego lo vi. Era como si una pequeña grieta se hubiera abierto en medio de un puente. Un número no cuadraba. Un simple cálculo que podría arruinar todo el proyecto. Mis manos comenzaron a sudar, y el aire se volvió denso. 

"¿Qué hice mal?", pensé, tragando saliva.

Mi primera reacción fue intentar resolverlo yo misma, pero algo me decía que esto era más grande de lo que parecía. Miré hacia la puerta de la oficina de Kai. Sabía que él podría ayudarme, pero también temía decepcionarlo. Trabajar para él ha sido tan desafiante como gratificante. Es como si intentara encontrar un equilibrio entre verlo como mi jefe y como el hombre del que estoy enamorada.

—Tranquila, Saori. Puedes arreglarlo —me dije a mí misma, tomando un sorbo de agua, aunque mi corazón no dejaba de latir descontrolado.

Intenté enfocarme en encontrar una solución, pero mi mente seguía regresando a Kai. Sentía como si estuviera bajo una lupa, y cualquier error, por mínimo que fuera, me haría perder su confianza.

Finalmente, después de dar vueltas en mi cabeza, decidí que no podía hacer esto sola. Tomé aire y me dirigí a su despacho, llamando suavemente a la puerta.

—¿Puedo hablar contigo?

Él alzó la vista de sus papeles y me observó con esa expresión tranquila y profesional que me volvía loca. Me hizo una seña para que entrara, y sentí que todo mi cuerpo temblaba mientras me sentaba frente a él.

Le conté todo. El error, mis intentos de solucionarlo, y mi preocupación por el impacto en el proyecto. Sus ojos dorados se mantuvieron fijos en mí, serios y atentos. La pausa entre mis palabras y su respuesta fue eterna.

—Es un error bastante grande —le dije al final, bajando la voz y sintiéndome terriblemente vulnerable.

Cuando Kai finalmente habló, su voz era seria y profesional. Me preguntó qué planeaba hacer al respecto. Esa pregunta me descolocó. No esperaba que él me pidiera una solución, sino que, quizás, se enojara o me dijera algo contundente. Pero no, quería que yo tomara las riendas.

"No te va a salvar, Saori. Este es tu problema y tú eres quien debe arreglarlo", me dije a mí misma. Al principio, sentí una punzada de resentimiento. ¿Por qué no me ofrecía una ayuda más directa? Pero entonces entendí que, en realidad, me estaba dando la oportunidad de demostrar mi valía.

—He revisado las opciones —respondí, algo más segura de mí misma—. Puedo corregir los cálculos, pero necesitaré quedarme más tiempo hoy para revisar todo de nuevo.

Kai asintió con un gesto tranquilo y me miró con un brillo en los ojos que me hizo sentir algo más que su subordinada.

—Entonces, hazlo. No es el fin del mundo. Lo importante es que lo notaste a tiempo y estás actuando en consecuencia.

Salí de su despacho con el corazón latiendo a mil, pero también con una renovada sensación de confianza. Había algo en la forma en la que me miró que me hizo sentir apoyada, a pesar de su tono distante.

Decidí quedarme hasta tarde. No podía permitir que mi error comprometiera todo el proyecto. Estaba revisando los informes una vez más cuando recibí un mensaje de Kaina, ella no estaba en el almacén, por eso estaba sola en esto.

—¿Sigues ahí? —decía el mensaje.

Le respondí rápidamente. Y, unos minutos después, apareció en mi escritorio con una taza de café en las manos. Me sorprendió ver lo mucho que me reconfortaba tener a alguien allí conmigo, aunque fuera solo para un rato.

—Parece que necesitas esto —me dijo, entregándome el café con una sonrisa.

Tomé un sorbo y le expliqué la situación. La escuché mientras me recordaba mis fortalezas y me daba un empujón para que confiara más en mí misma. Sus palabras me hicieron sentir algo mejor. Sabía que tenía razón, pero era difícil no dudar de mí misma en un momento así.

—¿Crees que Kai realmente confía en mí? —le pregunté al final, sintiéndome un poco tonta por necesitar esa validación.

—Totalmente. No te habría dado este proyecto si no confiara en ti. Además, si no estuviera contento con tu trabajo, créeme, lo habrías sabido —dijo Kaina, riendo—. No te rindas. Esto es solo un obstáculo más.

Y mientras hablábamos, me di cuenta de cuánto había avanzado en este tiempo. La Saori de hace unos meses quizás habría dejado todo para que alguien más se hiciera cargo. Pero ahora, sabía que podía manejarlo. Y, aunque dudara, la determinación comenzó a crecer en mí.

Esa noche me quedé hasta que terminé todas las correcciones. Incluso Touya, Keigo y Tenko se quedaron conmigo para darme ánimos, lo cual aprecio bastante viniendo de ellos. Al terminar, nos fuimos a casa de Touya, la cual estaba relativamente cerca. Me fui agotada, pero con la satisfacción de haberlo logrado. Al día siguiente, llegué temprano y me dirigí directamente a la oficina de Kai para entregarle el informe corregido.

Cuando me vio entrar, su expresión cambió. Parecía sorprendido de verme tan temprano, más temprano de lo normal y que haya llegado sola y no con mis amigos. Le entregué el informe, y mientras lo revisaba, sentí cómo se me aceleraba el pulso. Cada segundo se sentía eterno, hasta que finalmente levantó la mirada y me sonrió.

—Buen trabajo, Saori. Sabía que podías hacerlo.

Sentí un nudo en la garganta y mis mejillas enrojecieron. No había sido solo su aprobación profesional, sino también el alivio de saber que aún creía en mí. Y de alguna manera, sentí que habíamos dado un paso más en nuestra relación, aunque él nunca perdió su postura profesional.

"Quizás no sea tan malo mezclar el trabajo con el amor", pensé, mientras nos mirábamos en silencio. Su mirada me transmitía seguridad, y aunque sabía que en el trabajo sería siempre mi jefe, también sabía que podía contar con él, incluso en los momentos difíciles.

—Ven, princesa.

Dijo y no dudé, me acerqué a él quien me abrazó fuertemente mientras acariciaba mi cabello con suavidad. Me sentí relajada en sus brazos, lo cual, me permitió cerrar mis ojos para disfrutar de su calor, de su aroma a cítricos.

—Estoy orgulloso de ti — susurró y sonreí con dulzura ante sus dulces palabras.

Speechless |Kai Chisaki|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora