XXVII

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Aunque Eri está aquí, la sala la siento vacía como yo. Estoy en el borde del sofá, el teléfono en una mano y mi orgullo en el suelo. La pantalla me devuelve el reflejo de un hombre destrozado, y el silencio retumba en mi mente, como si cada segundo sin respuesta de Saori fuera una confirmación de que realmente la perdí. He pasado toda mi vida creyendo que el dolor era algo que se superaba, que se enfrentaba, pero esta vez... esta vez duele de una manera que me desgarra por dentro. Cada vez que cierro los ojos, la veo, y cada vez que abro la boca, es para gritar su nombre en mi mente.

Recuerdo la primera vez que la vi. Su risa, tan pura, tan sin ataduras. Era la antítesis de todo lo que yo era; mientras yo caminaba con la sombra de mis traumas, ella iluminaba la vida de quienes la rodeaban. No sé cómo fue que alguien como yo, tan roto, tan resentido, logró acercarse a alguien como ella. No lo merecía entonces, y mucho menos ahora. Pero, Dios, cómo la extraño.

Me doy cuenta de que siempre supe que la arruinaría. Había algo en mí que me decía que no era digno de ella, y aun así, permití que se enamorara de mí. Permití que viera un lado de mí que yo mismo desconocía, solo para luego echarlo todo a perder con mis propias manos. Nunca pensé que el miedo a perderla me llevaría a ser tan estúpido, a herirla de la manera en que lo hice.

Es en ese momento cuando decido que no puedo rendirme sin más. No después de todo lo que hemos pasado, no después de todo lo que le hice sentir. Me levanto y tomo una hoja de papel y una pluma. No sé por dónde empezar, pero Eri está ahí, mirándome con esa expresión de apoyo que solo ella sabe dar. Al final, lo que escribo en esa carta es lo más sincero que he sido conmigo mismo y con ella. Cada palabra es una confesión, una disculpa, y también una promesa de que estoy dispuesto a cambiar, a luchar por lo que siento por ella.

No me detengo hasta que siento que he escrito todo lo que llevo dentro. Cuando termino, le paso la carta y el video a Eri.

—Llévaselo a Saori, por favor  — le pido, y ella asiente con una madurez que parece impropia para su edad —. Chrono vendrá por ti para que ambos vayan a su casa.

Los días siguientes son una tortura. Cada vez que el teléfono suena, salto a contestar, pero no es ella. Las horas pasan como años, y la ansiedad se convierte en un nudo constante en mi estómago. Me odio a mí mismo por haber llegado a este punto, por haber lastimado a la única persona que me ha hecho sentir realmente vivo.

Y entonces, después de lo que parece una eternidad, recibo un mensaje. Es de Saori. Me dice que nos veamos en el parque, nuestro lugar. Mi corazón se acelera y me dirijo hacia allí, sintiendo una mezcla de nervios y esperanza. Me siento como un adolescente otra vez, temeroso e inseguro, pero dispuesto a darlo todo.

Llego al parque y la veo de pie, esperando. El viento juega con su cabello, y por un momento me quedo paralizado, temeroso de acercarme. No sé qué palabras decir, no sé si existe algo que pueda reparar el daño que he hecho. Pero luego me doy cuenta de que no puedo seguir escondiéndome.

— Saori... — pronuncio su nombre con un temblor en la voz. Ella me mira, sus ojos son fríos, y me doy cuenta de que está dispuesta a escucharme, pero no a darme el perdón sin más. Le cuento todo. Le hablo de mi infancia, de cómo siempre me sentí comparado, de cómo sus sonrisas y su alegría, en su momento, parecían un insulto a mi existencia. Le hablo de cómo todo cambió, de cómo, sin darme cuenta, ella se convirtió en lo único bueno de mi vida. Ella escucha, y cuando termino, toma la palabra. 

—Kai, me rompiste — dice, y cada sílaba es como un golpe directo a mi corazón — . Me hiciste creer que éramos algo real, solo para destrozarme después. ¿Cómo puedo creer en ti después de esto? — veo lágrimas formarse en sus ojos, y quiero abrazarla, pero sé que no tengo el derecho.

— Lo sé, y lamento tanto haberte herido — digo con una voz rota —.No puedo cambiar lo que hice, pero quiero que sepas que cada día me arrepiento. Nunca he amado a nadie como te amo a ti, Saori. Eres todo lo que siempre quise y que no supe valorar.

Nos quedamos en silencio por un largo rato, ambos perdidos en el dolor que compartimos. Y entonces, ella respira hondo y dice:

— Necesito tiempo, Kai. No puedo perdonarte ahora, pero tampoco quiero cerrar la puerta por completo — es un pequeño rayo de esperanza, una señal de que tal vez, solo tal vez, algún día podremos sanar juntos.

La veo alejarse, y aunque cada paso suyo es una agonía, también me siento en paz. Sé que este es el principio de un largo camino, uno que tendré que recorrer si quiero merecer su perdón. Me doy cuenta de que, por primera vez en mi vida, estoy dispuesto a luchar por algo que realmente importa.

—Te esperaré, Saori. Te esperaré todo el tiempo que haga falta — susurro al aire, mientras el viento se lleva mis palabras. No sé si algún día volveremos a estar juntos, pero lo que sí sé es que, a partir de este momento, me esforzaré por ser el hombre que ella merece. Porque, aunque ella aún no me haya perdonado, yo ya he empezado a cambiar por ella, y para ella.

Días después de nuestro encuentro en el parque, aún me cuesta procesar las palabras de Saori. Me dejó con una mezcla de dolor y esperanza. Había aceptado que necesitaba tiempo, y que ese tiempo sería el mayor castigo para mí. Sin embargo, también me había dicho que no cerraba la puerta a la posibilidad de un futuro juntos. Esa pequeña concesión se convirtió en mi única razón para levantarme cada día.

Una tarde, cuando menos lo esperaba, la puerta de mi oficina se abre y veo a Saori, junto a Touya, Keigo y Tenko, entrando con un aire de formalidad inusual. Están aquí para que firme sus documentos de conclusión de prácticas, y aunque lo sabía, no esperaba verla tan pronto. Ella se acerca con la carpeta en la mano, y cuando me la entrega, nuestros dedos se rozan brevemente. Me asombra lo frío que se siente el contacto, la barrera invisible que ha surgido entre nosotros.

Firmo los documentos de los chicos, tratando de concentrarme en las palabras de despedida que se han esforzado por redactar. Finalmente, llego al último documento: una carta en un sobre. Lo abro con manos temblorosas y reconozco de inmediato la letra de Saori. Respiro hondo, temiendo lo que pueda encontrar, y comienzo a leer.

"Kai, nunca pensé que llegaría a sentirme tan perdida y herida como me sentí después de lo que escuché. Siempre pensé que nuestra relación era real, pero esa conversación me hizo dudar de todo. Aun así, te amo. Eres el único hombre que he amado de verdad, y me duele pensar en todo lo que pasamos solo para terminar así. Por eso, a pesar de todo, estoy dispuesta a intentarlo otra vez, pero solo si somos completamente honestos uno con el otro, desde el principio. No más secretos, no más juegos. Si estás dispuesto a comprometerte a esto, quiero que sepas que estoy dispuesta a intentar sanar y construir algo real a tu lado. Te espero."

Siento cómo cada palabra se hunde en mi corazón. La imagen de Saori esperando mi respuesta es a la vez un alivio y una carga. Nunca pensé que alguien pudiera amarme a pesar de mis errores, y mucho menos que alguien pudiera ofrecerme una segunda oportunidad después de todo el daño que hice. Cierro los ojos y aprieto la carta contra mi pecho, tratando de contener las lágrimas. Miro a Saori y, por un instante, veo reflejado en sus ojos todo el dolor que le causé, pero también vislumbro algo más: una chispa de esperanza. Decido en ese momento que haré todo lo necesario para recuperar su confianza. Su carta es un salvavidas, una prueba de que, a pesar de todo, todavía cree en mí.

—Saori — comienzo, con la voz ronca —, haré todo lo que esté en mi poder para demostrarte que esta vez soy sincero. No más mentiras, no más barreras. Si todavía estás dispuesta a intentarlo, prometo que seré completamente honesto contigo, pase lo que pase.

Ella asiente, y aunque no intercambiamos más palabras, sé que ese pequeño gesto es un sí. Un sí a un futuro incierto, pero compartido. Sé que tenemos un largo camino por delante, pero por primera vez, siento que quizás, solo quizás, esta vez podremos construir algo que valga la pena.

A medida que Saori y sus amigos se van, ella me lanza una última mirada, y esta vez veo algo distinto en sus ojos: una pequeña sonrisa, la sombra de lo que fue y de lo que quizás podría volver a ser. Me quedo en mi oficina, con la carta en la mano y el corazón latiendo con fuerza, sintiendo que por fin he comenzado a dar el primer paso hacia la reconciliación.

Me doy cuenta de que tengo una oportunidad de hacer las cosas bien, de reparar el daño y, quizás, de construir algo nuevo junto a ella. Me preparo para enfrentar lo que venga, sabiendo que ahora, más que nunca, estoy listo para el desafío.

Speechless |Kai Chisaki|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora