XVI

18 3 0
                                    

Su actitud

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Su actitud... Me dejó sin palabras.

Escuché cada una de sus palabras. Kai no se guardó nada. Su voz temblaba, llena de una vulnerabilidad que jamás creí posible en él. Me quedé inmóvil, atónita ante lo que estaba ocurriendo. Mientras lo sostenía entre mis brazos, sentí cómo su cuerpo temblaba, cómo luchaba por no derrumbarse por completo. Mi corazón latía rápido, incapaz de procesar la realidad de lo que estaba escuchando. ¿Este era el verdadero Kai Chisaki? ¿El hombre frío y distante, que siempre mantenía a todos a raya? Era difícil de creer, pero había algo en sus ojos dorados que me decía que no podía ser una mentira. La sinceridad en su mirada me desarmó por completo.

"¿Por qué me siento así?", pensé mientras lo apretaba aún más fuerte. Sabía que él estaba acostumbrado a la soledad, a construir murallas a su alrededor, pero por alguna razón, sentía que no podía soltarlo. Me rehusaba a hacerlo. Algo en mí se rompió al escucharlo. Todas esas capas de frialdad y control que Kai siempre mostraba, ahora se desmoronaban ante mis ojos, revelando a alguien más. Alguien que había sufrido, que había sido marcado por el dolor de su pasado, pero que, de alguna manera, seguía adelante.

No podía soltarlo, y no lo haría.

—Kai... —murmuré, casi sin darme cuenta de que había dicho su nombre en voz alta.

Sentí que sus lágrimas empapaban mi camiseta, y todo en mí gritaba que debía protegerlo, aunque solo fuera por este momento. No podía hacer mucho por sanar sus heridas, pero podía estar ahí para él. No era la solución, pero al menos no tendría que enfrentar esto solo.Mientras lo abrazaba, mis pensamientos empezaron a divagar. Todo este tiempo, había creído que lo conocía. Kai era mi jefe, alguien que admiraba, pero también alguien que me intimidaba, a quien nunca había logrado comprender del todo. Pero ahora, al verlo así, me preguntaba si alguna vez había llegado a conocerlo realmente. Este hombre roto, vulnerable, no se parecía en nada al Kai que yo había visto día tras día. Sin embargo, no podía ignorar lo que mis ojos me decían. Era real. Todo lo que él estaba compartiendo era real.

Seguí acariciando su espalda en silencio, dándole tiempo para que procesara sus emociones. Sabía que para él esto no debía ser fácil. ¿Cuántas veces había tenido que ocultar su dolor, fingir que todo estaba bajo control? Y ahora, por alguna razón que no terminaba de comprender, había decidido abrirse ante mí. No sabía qué había hecho para ganarme su confianza, pero me sentía honrada, y a la vez, aterrada. Aterrada de decir algo que lo hiciera arrepentirse de haberse mostrado de esta manera.

—No estás solo —le dije suavemente, con la voz temblorosa. Mi garganta se cerraba un poco, pero seguí—. No tienes que cargar con todo tú solo.

Mis palabras no eran las más elocuentes, pero eran sinceras. No sabía qué más decirle en ese momento. Lo único que deseaba era que él supiera que, sin importar lo que ocurriera, no estaba solo. Que estaba bien ser vulnerable. Kai no era débil por mostrar sus emociones. De hecho, en mis ojos, era más fuerte ahora que nunca.

Me quedé un momento en silencio, dejándole saber que lo apoyaba. Pero mientras lo hacía, algo en mí comenzó a inquietarse. Había estado trabajando para él durante un mes, y en ese tiempo, no solo me había impresionado por su profesionalismo o su carácter implacable, sino que también había algo más. Algo que había intentado ignorar.

Respiré hondo. No sabía cómo poner en palabras lo que estaba sintiendo, pero sabía que, si no lo hacía ahora, no lo haría nunca. Me llené de valor y rompí el silencio.

—Kai... yo... —las palabras se atascaban en mi garganta, y me costaba más de lo que esperaba decir lo que quería decir—. Yo no sé si estoy enamorada de ti. En serio, no lo sé. Pero... siento algo. Algo que no puedo ignorar. Me importas más de lo que debería, y no solo como mi jefe.

Mis manos temblaban ligeramente al aferrarse a su camisa. No podía creer que estaba diciéndole esto, pero al mismo tiempo, sentía que era lo correcto. Había pasado demasiado tiempo reprimiendo esos sentimientos, pretendiendo que no estaban ahí, pero ahora, en este momento, no podía seguir ignorándolos.

—Lo que intento decir es que... me gustaría que me tomaras en serio en algún momento. No quiero presionarte, no quiero que sientas que tienes que corresponder a lo que estoy diciendo, pero... quiero que lo sepas. Porque, sin importar lo que hayas pasado, sin importar lo que seas... quiero estar aquí para ti. Quiero que me muestres quién eres realmente, no solo el Kai que todos ven.

Mis palabras salieron atropelladas, y me sentí vulnerable, expuesta. ¿Qué estaba haciendo? No sabía cómo iba a reaccionar, pero no podía guardármelo más. Quería que Kai supiera que, aunque yo no lo comprendiera del todo, estaba dispuesta a intentarlo. Quería estar ahí para él, tal como él estaba, en ese momento, permitiéndome ver su lado más vulnerable.

—Yo... solo quiero que lo sepas —murmuré, mirando al suelo, insegura de cómo continuar.Justo cuando estaba a punto de seguir hablando, sentí algo inesperado. Los labios de Kai rozaron los míos, en un gesto suave y repentino. Por un segundo, todo mi mundo se detuvo. Mis pensamientos se congelaron, y el tiempo pareció ralentizarse.

Me quedé quieta, incapaz de procesar lo que estaba sucediendo. Pero luego, casi sin pensarlo, mis manos se aferraron con más fuerza a su camisa, y cerré los ojos, dejándome llevar por el momento. El beso no fue largo, pero fue suficiente para desarmarme por completo. Sentí el calor de sus labios, la intensidad de su cercanía, y todo lo demás desapareció. No había inseguridades, no había dudas, solo nosotros.

Cuando se apartó, abrí los ojos lentamente, con la respiración entrecortada. Mis mejillas ardían, y mi corazón latía tan rápido que pensé que podía explotar en cualquier momento. Lo miré a los ojos, esos ojos dorados que ahora estaban llenos de algo más. Algo que no podía identificar del todo, pero que me hizo sentir segura, aunque al mismo tiempo más vulnerable que nunca.

—Kai... —susurré, sin saber qué decir después de lo que había pasado.

Todo era confuso, pero al mismo tiempo, sentí que algo en nosotros había cambiado. Ya no era solo la historia de dolor que él me había contado. Era algo más, algo que había estado allí desde el principio, pero que ambos habíamos ignorado. Pero ahora, no había vuelta atrás.

Speechless |Kai Chisaki|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora