XXVIII

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El sol apenas comenzaba a asomarse en el horizonte cuando me desperté, sintiendo un nudo en el estómago

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El sol apenas comenzaba a asomarse en el horizonte cuando me desperté, sintiendo un nudo en el estómago. La noche anterior había sido intensa; el encuentro con Kai había sacudido mi mundo de una manera que no esperaba. Había escuchado las historias de su pasado, las heridas que llevaba cargando, y mi corazón se rompía por él. No podía dejar que siguiera lidiando con ese dolor solo. Necesitaba hacer algo, y era hora de actuar.

Después de una noche de insomnio, mi mente estaba llena de ideas. Sabía que debía ayudar a Kai a enfrentar su pasado, a liberarse de esas cadenas que lo mantenían prisionero. Así que decidí reunir a mis amigos: Touya, Keigo y Tenko. Siempre habían estado a mi lado, y sabía que ellos también querían ayudar a Kai a sanar.

Con el corazón acelerado, envié un mensaje a cada uno de ellos, pidiéndoles que se reunieran en mi apartamento. Mientras esperaba su llegada, miré por la ventana, sintiendo el aire fresco de la mañana. "Hoy es el día en que Kai comenzará a sanar", pensé, una oleada de determinación recorriendo mi cuerpo.

Cuando mis amigos llegaron, la energía en la habitación cambió. Touya fue el primero en entrar, su sonrisa habitual iluminando el lugar, seguido de Keigo y Tenko. Nos sentamos alrededor de la mesa, y aproveché la oportunidad para plantearles mi idea. 

—Necesitamos ayudar a Kai a enfrentar su pasado —comencé, sintiendo la urgencia en mi voz —. Sé que ha estado cargando con esto durante tanto tiempo y no puede hacerlo solo. Necesita nuestro apoyo.

Touya asintió, su mirada comprensiva —. Totalmente de acuerdo. Siempre has estado ahí para él, y ahora que ustedes han comenzado de nuevo, esta vez no será diferente.

— ¿Qué piensas que deberíamos hacer? — preguntó Keigo, tomando un trago de su bebida.

— Debemos encontrar a las personas que le hicieron daño y enfrentarlas — respondí, sintiendo que la adrenalina comenzaba a correr por mis venas —. No sé cómo se sentirá al principio, pero creo que es un paso necesario.

Tenko se recargó en su silla, cruzando los brazos —. Parece arriesgado, pero creo que es lo que necesita. Deberíamos hacerlo.

El viaje al pueblo natal de Kai fue silencioso, pero no incómodo. Conduje con determinación, mi corazón latiendo con fuerza en mi pecho. Podía sentir la tensión en el aire, especialmente en Kai, quien estaba sentado en el asiento del copiloto, mirando por la ventana con una expresión que oscilaba entre la tristeza y la resignación.

Cuando finalmente llegamos a la casa de su familia, me detuve frente a la puerta. Kai se quedó inmóvil por un momento, como si estuviera tratando de reunir el valor que necesitaba. 

— ¿Estás listo? — le pregunté, tomando su mano y apretándola suavemente. Kai asintió, aunque su mandíbula estaba tensa. — Solo quiero que sepas que, pase lo que pase, estoy aquí contigo — le dije, intentando transmitirle todo mi apoyo. Con ese gesto, él abrió la puerta y salió del coche, seguido por el resto del grupo.

A medida que nos acercábamos a la entrada, la tensión se hacía más palpable. Me detuve justo frente a la puerta, donde Kai respiró profundamente antes de tocar el timbre. Unos segundos después, la puerta se abrió, revelando a su padre. El mismo hombre que me entrevistó cuando buscaba trabajo para mis tiempos libres y él me contrató como la niñera de Eri. La mirada fría y dura del hombre hizo que la piel de Kai se erizara.

— Chisaki — dijo su padre, casi como si estuviera escupiendo las palabras —. No esperábamos verte. ¿Qué haces aquí?

Kai dio un paso adelante, y yo sentí cómo mis amigos formaban una especie de barrera protectora a su alrededor. 

—Vine a hablar contigo. No estoy aquí para discutir, pero necesito que escuches lo que tengo que decir.

La tensión era insoportable. Kai comenzó a hablar de las comparaciones, de las burlas, de cómo su padre lo había hecho sentir como un fracaso. Cada palabra que pronunciaba estaba cargada de dolor y resentimiento. 

— Siempre me comparaste con otros, con ella — dijo, refiriéndose a mí. Sentí el peso de la mirada de su padre sobre mí, quise retroceder, pero ya con estar aquí es suficiente para hacerle saber que no tengo miedo... Aunque siento que estoy temblando — Siempre creíste que yo era menos. Que nunca sería suficiente. No solo me hiciste daño, sino que también lastimaste a Saori, y no puedo permitir que eso continúe.

Su padre lo miró con la misma frialdad de siempre, incapaz de comprender el dolor que había causado. 

— Eras débil, Chisaki. Siempre lo serás. Intenté hacerte más fuerte. No puedo ayudarte si no eres capaz de entender eso.

Sentí que la rabia comenzaba a burbujear en mi interior. — No es debilidad, es valentía, y Kai está demostrando que ha encontrado su fuerza — interrumpí, sintiéndome impulsada a defenderlo. La mirada de su padre volvió a caer en mí y es en ese momento donde me arrepiento en haber tenido el carácter fuerte de mi madre. Kai apretó los puños, su rostro enrojecido por la ira. 

— No necesito tu ayuda. No la necesito. He encontrado mi propia fuerza, y no vendré aquí a mendigar tu amor o tu aprobación. He aprendido a valorarme a mí mismo y a los que realmente importan en mi vida. Por eso estoy aquí, porque ya no me importa lo que pienses.

El silencio que siguió a sus palabras fue abrumador. La expresión del padre de Kai se tornó tensa, incapaz de responder, mientras Kai lo enfrentaba con una mirada decidida. Mi corazón se llenaba de orgullo por él, admirando su valentía en un momento tan crítico. Finalmente, el padre habló. 

— Si eso es lo que piensas, está bien. Pero siempre estarás solo, Kai.

Sin permitir que esas palabras lo afectaran, Kai simplemente dio media vuelta, dejando atrás la casa y todo lo que había simbolizado durante tantos años. Lo seguí de cerca, sintiendo cómo la carga que había llevado durante tanto tiempo comenzaba a aligerarse. El viaje de regreso al coche fue silencioso, pero no incómodo. Podía sentir el alivio que emanaba de Kai, una luz que comenzaba a brillar en su interior. Cuando nos acomodamos en el coche, Touya rompió el silencio.

— ¿Cómo te sientes, Kai? —preguntó. Kai se dejó caer en su asiento, su expresión más relajada.

— Extrañamente... liberado — admitió, una sonrisa ligera apareciendo en sus labios —. Ha sido un largo camino, pero siento que finalmente puedo seguir adelante.

Esa noche, todos nos reunimos en mi casa. Mis padres finalmente conocieron a Kai, quien estaba nervioso al conocer a mi padre, pero con esa típica sonrisa amplia, sus nervios fueron bajando. Eri jugaba con mi hermano y mientras yo estaba en la cocina lavando los trastos, alguien me abrazó por la cintura y recostó su cabeza en mi hombro. Por el olor a canela, ya supe quién fue.

— Eres lo mejor que la vida me dio — susurró, besando mi mejilla, sonreí —. Gracias por todo.

— Te amo — susurré y él gimió bajo haciéndome reír mientras escondía su rostro en la curva de mi cuello.

— Yo más.

La noche avanzó entre risas y anécdotas compartidas, creando un momento de luz en medio de la oscuridad. Miré a Kai, quien sonreía con genuino alivio. Sabía que estaba en el camino correcto, que lo estaba ayudando a sanar y que, juntos, enfrentaríamos cualquier obstáculo que se interpusiera en nuestro camino.

La amistad que compartíamos había florecido, y cada pequeño momento de alegría que experimentábamos juntos era un ladrillo más en la construcción de nuestra nueva vida.

Kai y yo, con nuestros amigos a nuestro lado, estábamos listos para enfrentar el futuro, y sabía que, al hacerlo, finalmente encontraríamos nuestro verdadero yo.

Mientras me recostaba en el sofá, observando a Kai y mis amigos riendo, mis padres hablando con Kai, mi hermano jugando con Eri, sentí una profunda satisfacción. Este era el comienzo de un nuevo capítulo, y estaba lista para enfrentar lo que viniera, porque sabía que juntos, podríamos superar cualquier cosa.

Speechless |Kai Chisaki|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora