Rose...

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Bella:
Llegamos a Port Angeles y no había sido capaz de volver a mirarla después de lo ocurrido. Me había desconcertado completamente, como acostumbraba a hacer desde que la conocí. Y eso hacía que me sintiera aún más intrigada. Quería conocerla, saber todo de ella, y estaba decidida a conseguirlo. No iba a echarme atrás
Rosalie:
¿Tienes hambre?
Bella:
¿Qué?
Salí de mis persamientos al escuchar que me hablaba, pero no fuí capaz de procesar lo que me había preguntado
Rosalie:
Es tarde, y estoy segura de que tendrás hambre. ¿Quieres cenar conmigo? Hay un restaurante italiano aquí cerca
Bella:
Claro, me encantaría cenar contigo
Dije sonriendo
Aparcó el coche a unos cuantos metros del restaurante y caminamos tranquilamente y en silencio hasta la entrada. El interior del restaurante estaba tenuamente iluminado, creando un ambiente íntimo que, combinado con la poca cantidad de gente que se encontraba ahí en ese momento, creaba un ambiente bastante agradable
Una camarera bastante atractiva, aunque no podeía ni una décima parte de la belleza de Rosalie, nos dirigió a una mesa situada en la esquina más alejada del restaurante y nos tomó nota de lo que queríamos cenar. Todo ello sin quitarle los ojos de encima a Rosalie, sonriéndole demasiado efusivamente. Pero la rubia parecía no percatarse de ello, o no quería hacerlo
A pesar de que había perdido parte de mi aptetito debido a la actitud de la camarera con Rosalie, pedí un plato de pasta que, por los ingredientes que mencionaba la carta, prometía estar delicioso. La camarera pareció molestarse demasiado porque yo hablara, debido a que tuvo desviar su atención de la rubia para anotar la comanda y eso pareció no hacerle mucha gracia a Rosalie ya que se limitó a pedirle de manera muy cortante que se retirara, diciendo que eso era todo. Ésta intentó insistir en que el restaurante disponía de productos que, seguro, serían de su agrado y que quedaría "satisfecha" con el servicio, pero no consiguió más que otra negativa por parte de la rubia
Comimos, bueno, más bien comí, en un silencio agradable mientras Rosalie me observaba y, de vez en cuando, me comentaba alguna curiosidad a cerca de la ciudad.
Cuando terminé, ella insistió en pagar la cuenta, a pesar de que no había probado bocado de la ensalada que la "atenta" camarera se había empeñado en servirle, insistiendo en que "invitaba la casa". Intenté negarme a que ella pagara pero, como venía siendo costumbre entre nosotras, ella se salió con la suya diciéndome que había sido ella la que me había invitado a cenar.
La noche estaba tranquila, sólo se escuchaban algunas parejas que regresaban a sus casas y un par de coches que apresuraban la vuelta del trabajo a casa. Salimos del restaurante y nos dirigimos al lugar donde habíamos dejado el coche. Por alguna razón, la luz de la farola bajo la que habíamos aparcado, ahora se encontraba apagada, dándole un aspecto bastante inquietante a la calle, ahora desierta.
Nos aproximamos lentamente y, cuando estábamos a punto de alcanzarlo, cuatro hombres salieron de la oscuridad, caminando hacia nosotras.
Desconocido 1:
Vaya, vaya. ¿Qué tenemos por aquí? ¿Os habéis perdido guapas?
Bella:
Rose...
Rosalie:
Tranquila. Ponte detrás de mí
No queremos problemas, ya nos íbamos
Bella:
Hice lo que me pidió y observé a los cuatro hombres que ahora se encontraban entre el coche y nosotras
Desconocido 2:
¿Por qué tanta prisa? Aún queda mucha noche
Dijo, y se avalanzó hacia Rosalie, quien se encontraba tensa y alerta a cualquier movimiento

El fin y el principio de mis díasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora