Una historia de engorde y experimentación

9.- Segunda prueba: El engorde (2da parte)

Esa misma noche, mientras el Señor se encontraba en su turno de custodiar la guardia, estuvo al tanto de que cada trago del embudo y cada gota de las bolsas de suero inyectadas en mí, fueran bebidas y absorbidas sin parar. Cada dos horas volvía a sentir otro pinchazo en uno de mis brazos debido a que me inyectaba la droga para el hambre.

Todo lo sentía tan extraño. Me empezaba a gustar la sensación de que me alimentaran más de la cuenta. Me dolía mucho, pero me sentía bien. Cada que pasaba el tiempo, pude observar que mi estómago era mucho más grande que antes al igual que mi cuerpo. Del mismo modo, ocurría lo mismo con mis brazos y mis piernas; se iban inchando cada ves más y más. Debido a ello, se creaba una pequeña desventaja para mí: la ropa que traía puesta se estaba empezando a achicar y me apretaba cada vez más 😥😥.

(40 minutos después).

Señor: -Eso es mi niña, continúa así. Vas muy bien con el proceso de alimentación 😌😈😈.
Señor: -En este momento, tu cuerpo va tomando poco a poco la forma de una bolita de grasa. Dentro de unas cuántas semanas más serás mucho más grande y pesada.
Señor: -De momento, voy a aumentar tu dosis de droga para que puedas comer muchos más alimentos grasosos, jugosos y calóricos.
Señor: -Ah, y hablando de calorías, te daré dos sorpresas al amanecer. Estoy seguro de que que te fascinarán. De momento, solo céntrate en beber y absorver ese líquido delicioso de la máquina comigorde 6,000 😙😙.

(4 horas después)

Han pasado horas, sabía que iba a continuar así. Por ahora, pude observar que las bolsas de suero que tenía inyectadas, iban apenas por la mitad. Era claro que me esperaba una noche larga. Y con el embudo en boca......en fin. Esto realmente me parecía una tortura suculenta por parte del Señor.
Por un lado, se que me estaba gustando esto pero por otro lado era como si mi mente tratara de despertarse y reaccionar a como de lugar para poder escapar.

Al día siguiente, en cuanto empezaba a amanecer, me sentí algo cansada debido a que no dormí debido a los pinchazos que a cada rato me daba y a que tenía que estar pasándome aquel líquido delicioso para no ahogarme.

Por otra parte, cuando enfoque mi vista a las bolsas de suero, me dí cuenta de que ya estaban vacías. Era como si el Señor hubiera calculado perfectamente el tamaño de la bolsa y el tiempo que se iba a llevar para que se acabaran.

Una vez más, escuché ruidos. Supuse que eran las asistentes y el Señor llegando con un objeto con ruedas en las manos. Dicho objeto resultó ser una silla de ruedas.

Señor: -¡Bien! ¡Mis queridas asistentes!.....ayúdenme a pasar a la chica a la silla de ruedas. Primero la desataremos de la máquina comigorde 6,000.
Señor: -Pero antes....hay que darle este ¡regalito!.

Dicho regalito era una bata enorme y cómoda de las cuáles solo se necesitaba realizar un nudo al listón de la bata y ya está.

Me empezaron a desvestir hasta quedar sin prenda alguna. Por un instante, me dió demasiada pena porque me sentí muy observada. Y efectivamente así era. El señor y sus asistentes estaban observando que tanto había engordado.

Señor: -¡Me encanta como te ves mi cerdita 😙😙😌😈😈! Pero aún te falta engordar más 😙😙. Por ahora, te pondré tu hermosa batita y luego te pesaré.
Señor: -Además, en cuanto lleguemos nuevamente al cuarto especial, te daré tu segunda sorpresa.

Una vez que el Señor me puso mi bata, las asistentes y el me ayudaron a pasarme a la silla de ruedas para que tomáramos rumbo al cuarto especial.

Una vez que llegamos ahí, me acercaron a una báscula. Entre las tres asistentes me estaban ayudando para que me mantuviera en pié sobre la báscula. La báscula empezó a girar hasta parar en una cantidad.