Capítulo 11: Problemas

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Andriano

Observo a mi mejor amigo esperando una respuesta de su parte, pero este no parece querer dármela.

—¿Qué sabes de Charlotte? —pregunto ansioso por saber todo de una buena vez.

—No me corresponde decírtelo, además se lo he prometido —responde con seriedad.

—Tengo derecho a saberlo.

—¿Por qué tanto interés? Creí que no te importaba nada que tuviera que ver con la enemiga de tu hermana.

—Es la madre de mi hijo, además, necesito saber la verdad detrás de todo esto —respondo perdiendo la paciencia.

—Solo debes saber que ella no es lo que todos creen —menciona dejándome más confundido de lo que ya estoy —. Y que lo único que tienes que hacer es protegerla a ella y a tú hijo, debes darle una familia, ella merece ser feliz —me aconseja.

—Pareciera que me hablas en códigos, me volveré loco si no se todo lo que hay detrás de esto —respondo agotado de tantos secretos.

—¡Papá, la tía Andrea me compró dulces! —el grito eufórico de mi hijo da por finalizada nuestra conversación, pero me encargaré de sacarle información más tarde.

—Qué bueno, cariño, ven te llevaré con tu madre —le digo al tiempo que me agacho a su altura para alzarlo en mis brazos y seguidamente encaminarse hacia la habitación donde se encuentra Charlotte.

***

Todo el día me lo pasé pensando en una manera para que Charlotte me diga su verdad sin que se sienta presionada, pero el miedo que veo en sus ojos me impide preguntárselo, ¿qué le sucede? ¿acaso pasó algo mientras no estuve?

—¿Qué te tiene preocupada? —le pregunto cuando corroboró que nuestro hijo está dormido en sus brazos.

—Nada, no se ha que te refieres —miente desviando su mirada hacia otro punto de la habitación.

—Algo te sucede, lo veo en tus ojos, tienes... miedo —menciono lo último en un susurro tratando de entender el porqué de su miedo.

—¿Qué es lo que quieres saber? —me pregunta dejándome mudo, ella se dio cuenta, al parecer eso de disimular no se me da bien.

—¿Por qué no sabía que eras adoptada? —cuestiono aprovechando el momento.

—¿Por qué nunca me lo preguntaste? —pregunta irónica —. Preferiste sacar tus propias conclusiones —responde encogiéndose de hombros.

—Si sabía eso yo... —me interrumpe negando la cabeza mientras sonríe, ¿qué le divierte?

—¿No me hubieses acusado? Pues ahora lo sabes, y para serte sincera no me cambia en nada, no es como que esté buscando tu lastima o tu aceptación —responde con dureza, pero sin levantar la voz.

—Esto es tan confuso, tú me confundes, Charlotte —digo suspirando con cansancio.

—Te lo repito, no busco que me entiendas ni tu ni nadie, la única opinión que me importa es la de mi hijo y gracias a mi Dios él no me juzga.

—Te dije que para que esto funcione debemos hablar y necesito que me digas todo, sé que hay cosas que ocultas, y que mi amigo lo sabe —le hablo e inmediatamente se tensa.

—¿Qué te dijo? —pregunta dirigiéndome una mirada reprobatoria.

—Nada, solo que no debería juzgarte y que te mereces ser feliz —respondo evaluando cada una de sus expresiones.

Mi dama misteriosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora