Capítulo 16: Familia

893 36 1
                                    

Charlotte

No me gusta la idea de ir a terapia y tener que hablar con personas que no conozco, tener que hablar sobre mi pasado. Pero debo hacerlo porque se lo prometí a Andriano, y sé que se lo debo a mi hijo.

Andriano me explico lo que tengo, y si ya de por sí no era fácil asimilar que estaba desnutrida, ahora menos que debo hacerme la idea de que tengo un trastorno.

Andriano no ha insistido para hablar de eso... de eso que duele recordar, pero si es verdad que al pasar los días fui contándole algunas cosas.

Me resulta loco que la persona que descubrió cada uno de mis secretos fue él, ... el hombre que tanto me desprecia.

Comienzo a creer que se lo está tomando enserio esto, que en verdad está arrepentido y que quiere ayudarme.

Tres días, han pasado tres días desde que él se enteró de todo, desde que me derrumbé, desde que me siento tan vacía y triste que ni siquiera tengo fuerzas para hablar.

Me duele saber que mi actitud está dañando a mi bebé, él se da cuenta de las cosas a pesar de que tratamos el tema con prudencia.

Las pesadillas han regresado con más intensidad, y es que remover el pasado me provoca esto, además del estrés acumulado. Se que todo esto se debe a que he colapsado, a que mi cuerpo ha dicho basta... ya no podemos seguir fingiendo que todo está bien, porque no lo estoy... porque nunca lo estuve.

Siempre tuve una pequeña esperanza de que alguien me ayudara, de que alguien viera más allá de lo que intentaba aparentar, pero para eso pasaron años, en los que me sentí tan sola, tan desprotegida, ... mi único soporte siempre fue mi niño.

Fabiano es mi mundo entero, él... es lo único bueno que tengo en la vida y por él y solo por él pondré de mi parte para poder sanar, para poder dejar mi pasado atrás... para intentar curar las heridas que llevo en el alma.

***

Mi hijo me saca una sonrisa después de días al escucharlo parlotear sin parar, siempre me pregunto de donde sacaré esas historias que nos cuenta con entusiasmo.

—Mamá, ¿podemos hacer un pastel? —me pregunta mi niño y me quedo muda al no saber que responder, no recuerdo cuando fue la última vez que comimos uno, ... y no quiero abusar de la hostilidad de su padre.

—Yo... podemos hacerlo otro día, cariño —susurro apenada.

—¿Por qué no hoy mami? —me pregunta con los ojitos tristes.

—Cariño, no creo... —la voz de Adriano me interrumpe.

—¿Quieres un pastel? Bien lo haremos, pero no les aseguro que saldrá bien porque no soy bueno en eso —responde divertido provocando que nuestro hijo grite feliz ante la idea de su padre.

—¡Si, si! ¡Cocinaremos... en familia! —exclama eufórico.

—Así es, cariño —le dice con dulzura —. ¿Por qué no vas a la cocina mientras hablo con tu mamá? —le pregunta y no tiene que repetirlo porque Fabiano sale corriendo.

—¡No corras, cariño! —le grito con dulzura, lo menos que quiero es que se lastime.

—Quiero que queden unas cosas en claro, Charlotte —me habla llamando mi atención.

—¿Qué cosas? ¿me lo vas a quitar? Yo... no voy a permitirlo, ... sabía que una vez lo supiera lo usarías en mi contra —hablo apresuradamente al tiempo que me levanto del sofá queriendo ir por mi hijo.

—¿Qué? No, no me refería a eso —responde, pero lo ignoro al tiempo que empiezo a caminar hacia la cocina, pero ne lo impide agarrándome del antebrazo —. No te lo voy a quitar, ni yo ni nadie, lo que quería decirte... era que recuerdes que no debes preocuparte por nada que no sea tu salud, y que no les faltara nada ni a ti ni a nuestro hijo, todo lo mío es suyo, y espero lo entiendas, Char —dice a lo que niego de inmediato.

Mi dama misteriosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora