Capítulo 13: Dolorosa realidad

947 30 1
                                    

Charlotte

Lo observo sin saber que decir, y después de varios minutos ante mi falta de respuesta asiente regalándome una pequeña sonrisa.

—No hace falta que respondas, me encargaré de hacerte cambiar de opinión, te prometo que no volveré a fallarte —asegura al tiempo que deja un beso en mi frente para seguidamente levantarse de la cama.

¿Qué se supone que debo decir? Jamás creí escuchar tal cosa de su parte.

—Yo... ¿por qué querrías intentarlo conmigo? —pregunto confundida.

—Siempre he sentido algo por ti, solo que estaba demasiado ciego como para aceptarlo —confiesa dejándome muda, ¿será posible?

—¿Y si solo es una estrategia para confundirme? —pregunto a la defensiva al tiempo que me levanto de la cama y casi termino en el suelo si no hubiese sido porque Andriano logra agarrarme a tiempo.

—¿Estás bien? —cuestiona al tiempo que me alza en sus brazos para seguidamente volver a dejarme en la cama.

—Si, ... solo me mareé —susurro sintiendo nuevamente las malditas náuseas —. Gracias —le agradezco.

—No quería alterarte, y no, no intento confundirte, en verdad quiero que esto funcione, sé que debemos aprender a convivir, y conocernos más a fondo, y es por eso que te pido que me des una oportunidad para demostrarte mis verdades intenciones —me dice al tiempo que acaricia mi mejilla y me mira fijamente.

—Yo... Solo no me lastimes, ¿sí? —pido insegura de lo que está pasando.

—No lo haré, ¿eso significa un sí? —me pregunta a lo que asiento para nada convencida —. Eso me basta, al menos no me has rechazado —dice optimista —. Gracias a Dios, la fiebre ha bajado, pero lo mejor es que te quedes en la cama porque tus defensas están muy bajas —explica al tiempo que se vuelve a levantar de la cama.

—Ya me siento mucho mejor —le digo no queriendo permanecer en cama, tengo resolver mis asuntos cuanto antes.

—No te moverás de aquí hasta que estés completamente recuperada —me informa con seriedad.

—Tengo que volver a mi trabajo, así que no puedo quedarme aquí —contraataco.

—Ya te he dicho que no volverás —me recuerda provocando que lo observe con incredulidad —. Al menos... al menos hasta que te recuperes —se retracta —. Iré por nuestro hijo —dice para seguidamente salir de la habitación dejándome con mil preguntas.

***
Sonrío al escuchar a mi hijo contando las historias que inventa, amo su inocencia, y mi mayor miedo es que alguien intente arrebatársela, tal vez por eso soy muy obsesiva cuando se trata de su cuidado.

Andriano lo escucha atento y sonríe por cada palabra que sale de la boca de nuestro niño.

—Mi hijo es un pequeño genio —dice orgulloso provocando que las mejillas de Fabiano se sonrojen.

—Lo avergüenzas —comento divertida al tiempo que le hago seña a mi hijo para que se acerque hasta el sofá que es donde me encuentro. Andriano accedió a que saliera de la habitación solo si me quedaba recostada en el sofá y sin más opciones tuve que aceptar.

—Solo digo la verdad —asegura al tiempo que le ayuda a nuestro hijo a subir a mi regazo.

—Mamá, ¿cuándo vamos a conocer a los abuelos? ¿y a mis primos? —me pregunta entusiasmado e inevitablemente mi sonrisa se borra.

—Apenas tu madre se recupere iremos a visitar a tus abuelos —le dice su padre cuando ve que no sé qué responder.

Nunca conocí a los padres de Andriano, pero no creo que me reciban con los brazos abiertos ya que piensan que soy la peor persona y que lastime a su hija, y los entiendo porque mi hijo está por encima de todo y todos. Solo espero que no rechacen a mi pedacito de cielo, él está muy ilusionado con la idea de conocerlos.

Mi dama misteriosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora