Tormenta

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Todos estaban sumamente nerviosos, pues era el primer día de la gira y debían de hacerlo estupendamente bien. Charly intentó tranquilizar a Yeimy pues estaba que no paraba de caminar de un lado a otro.

—Yeimy, Charly, les toca a ustedes—anunció uno de los encargados del sonido. Ambos asintieron saliendo fuera y la multitud pegó gritos ensordecedores.

Todo fue súper bien, y poco a poco pudieron relajarse y compenetrar con el público. A cada rato se lanzaban miradas furtivas y tranquilizadoras, lo que hizo que el momento fuera aún más especial.

Al llegar al departamento del hotel, Yeimy lanzó sus zapatos a una esquina y se tiró en la cama. Charly también agotado la imitó. Y suspiraron estando con los rostros a unos centímetros de distancia del otro.

A lo lejos podía escucharse los grititos de Irma entrando por el pasillo con Erick, quien le pedía que hiciera silencio mientras reían. Eso les hizo sonreír.

—Buenas noches, princesa.

—Buenas noches, princeso.

Poco a poco, sin dejar de verse a los ojos, se quedaron profundamente dormidos.

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—Buenos días—se removió un poco al sentir el aliento de Charly en el cuello—Princesa, tenemos que desayunar—sonrió cuando comenzó a darle besitos en el hombro.

—Ujum, ya voy.

Transcurrió el día tranquilamente, ambos compartiendo momentos divertidos en la habitación y poco a poco se les fue el poco tiempo que tenían. Tuvieron que vestirse y salir otra vez a prepararse para tomar el avión al siguiente destino donde sería el próximo concierto.

•••

Los días transcurrieron muy lentos y estaban agotados, pero felices de haber logrado tanto. No paraban de sonreír con los comentarios de los fans, el cariño con que los recibían y el amor con que los trataban.

Al fin llegó el último día y ya volverían a casa.

—Fue increíble, Charly—dijo Yeimy recostando la cabeza en su hombro. Estaban en el avión con destino a Colombia.

—Tú estuviste increíble—le besó la sien.

—Uff, extraño mucho mi cama—admitió Yeimy con voz quejumbrosa.

—Nuestra cama, dirás. Además nos espera una pequeña dudendecilla en casa—ambos se echaron a reír abrazados el uno del otro.

—Que estemos tantos días sin verla me pone muy triste—hizo un puchero mirando a Charly este le acarició el cabello con consuelo.

—A mi también, princesa, y mucho.

Suspiró y bajo otra vez la cabeza quedándose dormida en su pecho. Charly la miraba con mucha atención fijándose en cómo dormía tan plácidamente sin necesidad de pastillas ni nada, allí en su pecho parecía una niña pequeña. La amaba tanto, pensó.

Se quedó mirando un buen rato por la ventanilla.

Cuando llegaron a casa, Alma los esperaba en el recibidor disfrazada de minion. Provocando que comenzaran a reír.

—Papiitoooo, mamita—los abrazó con toda la fuerza y ternura que su disfraz le permitió.

Charly la cargó en sus brazos y le dio besos por toda la cara haciéndola reír. Yeimy saludó a Ligia y esta la ayudó con algunas cosas. Acomodándolas para poder irse a descansar.

Pero lo que ella no sabía es que cuando llegaría al jardín se encontraría a un montón de alocados en la piscina llena de espuma y los árboles y todo lleno de luces, cordeles con globos que iluminaban la terraza, estaba todo hermoso y listo para la bienvenida. Era de noche y tenían todo apagado antes de que ella entrase al Jardín.

—Vamos fuera chicos, he preparado allí una cena para ustedes—les anunció Ligia y obedecieron sin mucho ánimo de rebatir sobre el tema.

Se vieron sorprendidos al escuchar incluso los mariachis cuando salieron fuera de la casa, Yeimy se echó a reír cuando vio a su hijo intentando bailar una ranchera.

—¡De las que nos gustan a nosotras!—gritó Cata cantando para después soltar un chiflido.

Y de pronto la música de los mariachis se fue desapareciendo para dar lugar a Chris y Drama con su auténtico humor y talento para cantar.

Yeimy y Charly reían mirándolos.
Toda la familia se unió uno al lado del otro dejándose grabar por uno de los mariachis mientras canta san morándose unos a los otros y riéndose divertidos por las ocurrencias de algunos.

Alma corrió a su cuarto para tomar su diario en las manos y escribió con letra algo garabateada.

𝓠𝓾𝓮𝓻𝓲𝓭𝓸 𝓟𝓲𝓷𝓴 (𝓮𝓻𝓪 𝓮𝓵 𝓭𝓲𝓪𝓻𝓲𝓸), 𝓮𝓼𝓽𝓸𝔂 𝓶𝓾𝔂 𝓯𝓮𝓵𝓲𝔃 𝓹𝓸𝓻 𝓶𝓲𝓼 𝓹𝓪𝓭𝓻𝓮𝓼, 𝓺𝓾𝓲𝓮𝓻𝓸 𝓼𝓮𝓻 𝓬𝓸𝓶𝓸 𝓮𝓵𝓵𝓸𝓼. 𝓢𝓸𝓷 𝓵𝓸𝓼 𝓶𝓮𝓳𝓸𝓻𝓮𝓼 𝓹𝓪𝓹𝓪́𝓼 𝓭𝓮𝓵 𝓶𝓾𝓷𝓭𝓸 𝓶𝓾𝓷𝓭𝓲𝓪𝓵.

Yeimy y Charly llegaron un rato después y la arroparon en su camita pequeña. Como no lograba dormirse les abrazó pidiéndoles.

—¿Pueden dormir conmigo?—murmuró con una vocecita dulce y ellos rieron.

—Claro que si, mi princesita—respondió Charly y ambos se acostaron uno a cada lado de su pequeño cuerpecito.

—¿Nos cuentas una historia, papá Charly?—bromeó Yeimy abrazando a la pequeña (ambas mirándole con brillo en los ojos)

—¡Si, papito, hazlo porfa!

—Ash, quien puede resistirse a esos ojitos y a esas caras—las abrazó tirándose encima de ambas provocándoles carcajadas.

—¡Quítate de encima ogro!—chilló Alma divertida y al rato las dejó tranquilas.

—Bueno. ¿Listas?—ambas asintieron—Ok, digamos que en algún tiempo existió una niña muy hermosa. Solía cantar cuando llovía a cántaros, así lo hizo durante muchísimos años hasta que se volvió una mujer. Nunca le permitían salir de casa, pues era muy hermosa y sus padres temían de que algún ser maligno se la robara—estaban ensimismadas con su voz y sus gestos para darle énfasis a la historia—Y un día, la hermosa chica decidió escaparse para ver que se sentía vivir,  como se sentía la lluvia contra su piel y deseaba muchísimo conocer ese amor que tanto leía en los libros. Ese día se encontró con un laberinto inmenso. Mientras avanzaba se sintió algo asustada y comenzó a cantar, a medida que se adentraba aún más en la oscuridad escuchó otra voz que se unía a la de ella—abrieron los ojos expectantes—Sus voces se fundieron y poco a poco la oscuridad se fue dispersando dándole paso a una intensa luz, cuando estuvo frente a ella el dueño de esa maravillosa y melodiosa voz, le regaló una sonrisa. Y a pesar de que el hombre la observaba con detenimiento, no mostró signos de simpatía, al contrario, se quedó serio.

—Que pesado—dijo Alma enojada y Yeimy sonrió.

—Si, parecía muy pesado, de hecho, eso fue lo que pensó ella cuando no le respondía a sus curiosas preguntas. Pero él, al ver tanta ingenuidad y felicidad en ella, al ver que cantaba como un ángel, se sintió profundamente afectado, pues él hacía tanto que había perdido esa viveza—suspiraron—En ese instante empezó una tormenta y los dos se resguardaron dentro de una pequeña cabaña que había en el centro del laberinto. Ella le contó sus sueños y él le contó sus desdichas, pero como era tan terca lo convenció que a pesar de las cosas malas que nos suceden, podemos volver a soñar, a amar, a sentir y admirar las cosas lindas de la vida. Y así fue como empezó su amor, en medio de una fuerte tormenta, tuvieron que afrontar los obstáculos que se fueron poniendo frente a ellos, pero incluso a pesar de eso, él aprendió a amar y ella aprendió a vivir.

—Que bonito, príncipe oscuro—susurró Alma cayendo en un profundo sueño.

Yeimy lo miró casi que con los ojos cerrados y tomó su mano entre la suya.

—Te amo—dijo en voz baja y él le sonrió besando la frente de ambas.

—Y yo te adoro, princesa—le hizo saber hablándole bajito y se fue a despedir a todos.

Pero...¿Saben qué pronto habría una tormenta? Alguien se enfrentaría a una por el amor de una princesa.
¿Desean escuchar esta historia?

❤️

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