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Pedri Gonzalez

Cogí las cosas que había dejado preparada en mi habitación. Había venido al complejo un poco por obligación para cambiarme y ducharme, pero se me hizo difícil dejar el hospital ya que la operación tendría lugar esta madrugada. Los padres de Abril llegarán mañana al amanecer, y yo no podía parar de pensar en el dolor que estarían sintiendo, pues nada se compara al amor que unos progenitores le tenían a sus hijos.

Un coche que teníamos asignado de la selección pasó por mi y me llevó de vuelta al hospital de Doha. Habían tenido que desalojar la entrada y poner seguridad, pues la noticia de que la mayoría de los jugadores se habían dirigido hacia el mismo había corrido por las redes. Recosté mi cabeza en la ventana del coche y perdí mi mirada en los rascacielos, ahora iluminados de la ciudad. Pensé en aquellas palabras tan hirientes que le había dicho aquel día, y en cómo el sentimiento de culpa me acompañaría por el resto de mi vida cuando la mirara a los ojos.

Había llegado a pensar que estaría mejor sin mi, que no merecía a una persona como yo, que merecía algo mejor. Pero no por ello me alejaría. Por una vez iba a no hacer caso a mis pensamientos e iba a quedarme y ayudarle, a estar a su lado hasta que se canse de mi, hasta que no me quiera en su vida, o hasta que la vida misma no me quiera con ella. Agradecí al chofer al llegar y baje con la pequeña bolsa que había preparado para pasar la noche.

Mis padres habían esperado por mi y se iban a ir al hotel a descansar, les agradezco su compañía y todo el apoyo que me estaban dando. Luis y Sira pasarían también la noche en el hospital, Ferran y Gavi me dijeron que se quedarían un rato más hasta que ya no pudiera haber tanta gente a la noche.

Salude con una triste sonrisa de nuevo a Gavi y me senté a su lado en la sala de espera, juntando mis manos y posándolas sobre mis rodillas. Di una rápida mirada a Ferran acariciando el pelo de su novia y pensé que cuánto me gustaría estar así con Abril.

- ¿Cómo estás? -escuche la voz de Gavi-

- Estoy -mire de nuevo hacia la pareja y apreté mis labios aguantando el llanto-

- ¿Sabes que va a salir todo bien? -su mirada nerviosa me daba a entender que intentaba convencerse de ello, y no lo culpaba-

- Eso espero Gavi -susurre- eso espero...

- No sabia que Abril jugaba al fútbol, iba a ir a los putos juegos olímpicos -dijo y le miré de nuevo sin saber que decir, a penas me salían las palabras- lo siento -bajó su mirada-

Me quedé mirando su perfil triste y maldecí en mi interior. Gavi tenía un corazón muy sensible y todavía era un niño. Esta situación le estaba quedando muy grande, pero es que creo que a mi también.

- Era lo que faltaba saber para enamorarme mas de ella -solté una risa intentando aliviar el ambiente-

Mi amigo levantó la cabeza al escucharme y me regaló una pequeña, pero sincera sonrisa. Sus ojos demostraban casi agradecimiento ante mi respuesta.

- Cuando se recupere quizás podamos todos echar un partido -asentí sintiendo mis ojos aguarse-

- Quizás -apoye mi cabeza en la pared y cerré mis ojos pensando en unos verdes-

Las horas se estaban haciendo interminables para mi, más al saber que ella se encontraba ahí dentro luchando por su vida. Si algo pasara no me lo perdonaría jamás. Jamás. Gavi y Ferran siguen aquí y nadie les había dicho nada, por lo que no dudaron en aguantar el tiempo que fuera necesario. Realmente les agradecia aunque viera en sus rostros demacrados todo el cansancio acumulado del mundial, todos estábamos igual.

Mi cuerpo se sobresaltó al escuchar un portazo y es que del pasillo de la sala de operaciones donde estaban operando a Abril, salieron dos enfermeras apuradas hacia otra habitación. Estaban sudando y al salir de la habitación vi que llevaban en sus manos un desfibrilador. Mi cuerpo actuó por sí solo y me levanté bruscamente y sintiendo como un sudor frío recorría mi espalda.

Savior ComplexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora