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Abril Brown

Mañana era la final, la tan esperada final del mundial. Argentina y España. España y Argentina. Mire por la ventana del hospital hacia el maravilloso día que hacía, hacia una vida llena de vida, una en la que parece ser que no había lugar para todo el mundo. Volví la mirada a las vías conectadas en mis brazos y me permiti cerrar los ojos de nuevo, me encontraba muy cansada, más de lo normal.

Al cerrarlos, las imágenes del canario venían a mi cabeza como un cubo de agua fría en pleno invierno. Sentí como mis mejillas eran mojadas por mis lágrimas, ¿podría perdonarlo por todo lo que había dicho? Creo que ya lo había hecho, pero se sentía irreal, se sentía incorrecto. Si bien sabía que me había equivocado en mis acciones, no merezco el trato que el chico tuvo conmigo el otro día. Al dejar la habitación me convertí en una cascada de lágrimas y Sira estuvo ahí para mí, estuvo ahí al igual que los chicos.

Pedri no se veía mejor, pues lo veía en las comidas y su mirada perdida me hacía pensar que tanto había metido la pata. Si esto influyera en su rendimiento en el mundial no me lo llegaré a perdonar jamás.

Era su sueño, él quería levantar la copa para su hermano, y si no puede hacerlo por mi culpa no sabría cómo afrontarlo. El ambiente había cambiado, ya no había tantas risas y creo que habían tenido una charla con Luis, por lo que ahora los veía más serios y concentrados. Gavi no se acercaba tanto a mi como antes, y tengo que decir que me dolía. Pero no podía ser tan hipócrita porque al final del día tampoco me acercaba a ellos como antes. Quizás por vergüenza, quizás por miedo, había tantos quizás...

Había hablado con Luis y en cierto modo me había ayudado un poco a sentirme mejor, pero realmente nada que no fuera el chico de acento canario y ojos marrones podría hacer que me sintiera mejor ahora mismo. Solo había pasado unos días desde que ocurrió la catástrofe, y Luis me había dicho que era mejor que descansara y no hiciera mucho esfuerzo. Tenía razón.

Mire de nuevo las vías en mis brazos y suspire, con cuidado acerque mi brazo a la mesita para coger el vaso de agua que yacía en la misma.

- ¿Necesitas ayuda? -escuche la voz de mi amiga y sonreí como pude-

- Quizás... -susurre perdida en mis pensamientos de nuevo-

- Toma -me ayudó a acercar el vaso y a quitarme la mascarilla de oxígeno que llevaba-

La mirada de Sira esta semana era de una chica que estaba rota y triste, y sabía que yo era la razón de todo esto, la razón de que las personas que quería estuvieran sufriendo por mi culpa.

Al ser consciente de todo ello y al presenciarlo a veces solo quería irme, irme al cielo para que no tuvieran que sufrir más. Sin embargo, era un pensamiento egoísta de mi parte, porque ellos habían dado todo de sí para ayudarme y yo tenía que dar todo de mi para sobrevivir. Y eso es lo que haría.

- ¿Cómo te encuentras? -me intento regalar una pequeña sonrisa-

- Creo que podria estar mejor -sonreí a medias-

Un silencio reinó en la habitación, no sabíamos qué decir y es que... no creo que hubiera mucho más para decir.

- ¿Cómo están los chicos? -pregunte por romper el hielo-

- Bien supongo... han entrenado esta mañana muy suave -se encogió de hombros-

- Creía que iban a descansar -hice una mueca-

- Gavi puede llegar a ser muuuuy insistente -solté una pequeña risa que la castaña compartió conmigo-

- Si que es verdad -suspire pensando en el chico y en cómo se había encargado de tomar distancias-

Savior ComplexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora