Introducción

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Lucius cerró los ojos ante el vaso que se hacía añicos debido a su choque contra la pared.

El salón estaba hecho un desastre, todo el mobiliario estaba de cabeza, el patriarca estaba seguro que se debía a estallidos de magia, además de lo que el mismo alcohol impulsó a su hijo a sacar su desesperación de alguna forma.

Narcissa se llevó una mano a la boca intentando contener un grito, ver a su único hijo así le dolía, pero justo cuando estaba por entrar y arrullar a su hijo para calmarlo, Lucius le tomó del hombro negando.

-Yo me encargo

-Le pediré un té a los elfos

Lucius esperó a que su esposa caminara lejos y antes de entrar al salón, suspiró pensando bien lo que estaba a punto de hacer.

-Hijo

-Quiero estar solo- a Lucius se le rompió el corazón al ver los ojos rojos de su único y querido hijo, las lágrimas bañaban sus mejillas y la voz se le escuchaba ronca debido a los gritos que estuvo dando desde hace horas maldiciendo a Harry Potter.

-Habla conmigo, hijo, yo jamás te juzgaré, estoy aquí para ayudarte, siempre lo he estado.

El rubio más joven se lo pensó, al final, sus padres siempre habían estado ahí para él, sin importar nada.

-Me engañó, papá, Harry me engañó- dijo con rabia contenida apretando los puños y sin atreverse a ver a su padre- él... le gritó a todos que no tenía nada conmigo, que jamás podría tener nada conmigo y luego... besó a la menor de los Weasley

Lucius lo acogió rápidamente entre sus brazos mientras su hijo se aferraba como si fuera un salvavidas.

-Draco...

-¡Le iba a pedir matrimonio! y yo...¡dijo que empezaríamos de cero en otro lugar! dijo que quería recorrer el mundo pero...solo quería alejarse para que nadie lo viera con el "mortifago"

-Eres mucho para Potter, Draco, eres mucho para cualquiera, siempre supe que nadie te merecía- lo decía de corazón porque, a pesar de lo que habían hecho en la guerra, Lucius siempre vería a su hijo como lo mejor en el mundo-¿Qué puedo hacer para que dejes de sentirte así?- preguntó desesperado, toda la vida le había dado todo a Draco, juguetes, ropas, viajes, cada capricho era cumplido sin mencionar el tiempo de calidad que pasaba con él, no hay nada que no hiciera por su hijo.

-Ya no quiero sentir papá, ya no...

Y Lucius suspiró deslizando su varita de entre sus ropas.

Si Draco ya no quería sentir lo que sentía por Potter, entonces le ayudaría, si su hijo quería borrar ese fatídico episodio, entonces lo haría.

Le quitaría el dolor a su hijo.

-Obliviate- susurró contra la cabeza de su hijo y enseguida este cayó dormido.

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