LXXVI. Mariangela.

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[I]

Llevamos toda la mañana riendo,

pero podríamos hacerlo toda la vida

porque congelaría cada instante contigo para poder vivir en él

hasta la próxima vez que nos veamos

y las estaciones se disuelvan en la brisa.

[II]

Alguna vez leí que está mal convertir a las personas en tu hogar

pero si tú estás entonces no quiero ir a otro lugar que no seas tú,

que no sea tu risa ni tu voz ni tu mirada.

Y aunque por dentro nunca quiera despedirme,

igual siempre vuelvo a casa con una sonrisa luego de verte

porque te llevo conmigo, en mi mente

en mi piel que recuerda la sensación de tu abrazo

y en la calidez tuya que aún con los días permanece.

[III]

Nunca te lo había dicho, pero te dejaría tomar mi mano

y llevarme a cualquier lado.

Sería tu suéter favorito y así te abrigaría todos los días,

sería esta poeta que se queda despierta escribiendo tonterías.

[IV]

Te miro y me pregunto si alguien sería capaz

de conocerte y no quererte,

es que siendo yo una de las tantas que te quiere,

me es un privilegio saber que aún estás.

Alguna hazaña debí haber hecho en otra vida

o algún favor del cielo me deberían

para que te hayan puesto en mi camino,

el destino, las estrellas, el azar
lo que sea que haya sido,

de seguro me quería y le agradezco,

cualquiera teniéndote creería.

[V]

Mis poemas habían sido tan tristes los últimos días,

las últimas noches, las últimas veces.

Debí haberme dado cuenta antes

que si sobre algo bonito quería escribir

simplemente debía escribir sobre tí.

Y decir bonito es muy corto, muy simple, muy poco,

cualquier palabra es nada comparada a lo que siento,

porque si te veo, veo mundos, veo prados, veo cascadas,

veo galaxias a través de las nubes y arcoirís detrás de los árboles,

veo flores que crecen entre las piedras
y catarinas que bailan sobre la grama.

Veo el futuro

y nos veo allí, nos veo juntas, nos veo eternas.


Abril 21, 2023.




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