Caitlin consigue el trabajo de su vida, trabajando como científica de datos para un equipo de Fórmula Uno -El escape perfecto para una chica que viene de una mala roptura-. Pero en su nuevo entorno, Caitlin pronto comienza a preguntarse si este es r...
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Caitlin y Charlotte fueron algunas de las primeras miembros del equipo Ferrari en llegar al bar. Se acomodaron en una cabina circular con cojines de cuero suave, en el centro de la terraza, cogiendo una botella de champán de la mesa y sirviéndose mutuamente una copa.
"¡Ooooh, burbujas!" dijo Caitlin alegremente, "¡Me encanta una buena copa de burbujas cuando estoy de fiesta!" Ambas levantaron sus copas y las chocaron al unísono, riendo un poco.
"¿Celebrando algo?" preguntó una voz sedosa italiana.
"¿Les importa si nos unimos a ustedes, señoritas?"
Alex y Franny habían llegado.
"¡Por supuesto!" dijo Charlotte con una sonrisa muy halagadora, haciendo un gesto hacia el otro lado de la mesa. Los dos chicos se sentaron, y antes de mucho tiempo, los cuatro hablaban animadamente, reviviendo algunas de las partes más emocionantes de la carrera del día.
Para cuando el grupo abrió su segunda botella de champán, la habitación había empezado a llenarse. Caitlin miró alrededor de la habitación y se sorprendió de cuántas caras conocía ya. Se encontró escaneando la habitación, buscando a una persona en particular, pero no pudo encontrarla.
Cuanto más intentaba Caitlin convencerse a sí misma de que no estaba buscando a Seb, más ansiosa se ponía al no encontrarlo. Se dio un pequeño golpe - tienes que salir de esto, Cait. ¡Nada de locuras como la última vez!
"Bueno, estás siendo sociable", bromeó Charlotte. Caitlin volvió su atención a la mesa frente a ella. Para su sorpresa, el comentario de Charlotte no iba dirigido a ella sino a Alex, quien estaba sentado hundido en su silla, componiendo un mensaje de texto. "¿Qué estás haciendo?"
"Estoy enviando un mensaje a Steph..."
"Su novia", añadió Franny, a modo de explicación, al notar la mirada interrogante en el rostro de Charlotte. "Ella vive en Inglaterra, y por alguna razón Alex la ignorará todo el fin de semana, pero en cuanto tiene unas copas, se convierte en un cachorro enamorado, y no puedes alejarlo de su teléfono".
Alex no levantó la vista de su teléfono, pero respondió: "Bueno, no es precisamente mi culpa. ¡No todos tenemos la suerte de tropezar con una chica en el garaje de al lado que viaja con nosotros por todo el mundo durante todo el año!"
"¡Ooooh, quema!" dijeron Charlotte y Caitlin al unísono.
"Dios, ya se han convertido en todo un dúo cómico, ¿no?" dijo Franny, mirando a medio divertida, medio repulsiva. "Los dos serán insoportables una vez que se conozcan mejor".
"¿Dónde está Sebastian?" preguntó Caitlin distraídamente.
"¿Quién sabe?" dijo Alex, guardando finalmente su teléfono en su bolsillo.
