Caitlin consigue el trabajo de su vida, trabajando como científica de datos para un equipo de Fórmula Uno -El escape perfecto para una chica que viene de una mala roptura-. Pero en su nuevo entorno, Caitlin pronto comienza a preguntarse si este es r...
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Caitlin no sabía cuánto tiempo habían permanecido allí en silencio, felices en la compañía del otro.
Eventualmente, Seb habló.
"Debí haberla alejado en cuanto llegó a Suzuka. Sabes que sé eso, ¿verdad?"
Caitlin frunció el ceño un poco. "Seb, ¿realmente vamos a hablar de esto ahora?"
Seb la sentó y le giró la cabeza para mirarlo. "Sí. Sí. Necesito decir esto... Recuerdo el día exacto en que quedó claro que ella nunca aceptaría mi carrera elegida, y me di cuenta de que no podía seguir dejando a las chicas con ella cada fin de semana que estaba fuera. Ella estaba bebiendo más y ya no era como la chica que había conocido.
"Cuando ella apareció en Suzuka, fui estúpido, tan jodidamente estúpido, y todo ocurrió antes de que me diera cuenta de lo que estaba pasando. No pasó nada entre nosotros, Cait, nada. Necesito oírte decir que crees eso."
"Te creo," susurró ella.
"No saber dónde estabas este verano fue una tortura. ¿Me prometes que nunca volverás a desaparecer así?"
"No sabía qué más hacer."
"Lo que sea. Cualquier cosa menos huir. Puedes gritar, puedes enojarte. Pero nunca te vayas."
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Caitlin abrió los ojos, mirando alrededor de la habitación.
Sonrió al recordar que estaba en la habitación de hotel de Seb. Su pecho se apretaba lentamente cuanto más lo miraba. Con una pequeña sonrisa, se sentó y suavemente apartó un mechón de cabello de Seb de su rostro.
"No puedo creer que me esté despertando a tu lado," susurró.
"¿A qué hora es tu vuelo?" respondió Seb. Su voz salió áspera y rasposa, un sonido que solo podía significar una cosa: eran sus primeras palabras del día.
