Caitlin consigue el trabajo de su vida, trabajando como científica de datos para un equipo de Fórmula Uno -El escape perfecto para una chica que viene de una mala roptura-. Pero en su nuevo entorno, Caitlin pronto comienza a preguntarse si este es r...
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"Creo que voy a dar por terminado el día", llamó Charlotte, deslizándose elegantemente por el agua de la piscina hacia las escaleras y comenzando a salir.
"Yo también", sonrió Caitlin.
"Yo también", agregó Jon.
Los tres salieron de la piscina y comenzaron a dirigirse hacia sus tumbonas originales.
"¡Fue muy divertido!", exclamó Charlotte emocionada.
"Es una pena que Seb no pueda quedarse más tiempo, fue bueno tenerlo a él y a Antti aquí", coincidió Jon.
"Sí, bueno, ¿sabes por qué es, verdad?", preguntó Charlotte.
Jon asintió.
"Err, ¿no?", preguntó Caitlin.
"Bueno, es el estilo de la Fórmula 1", explicó Charlotte, "todos los pilotos tienen su pequeño séquito. Sus publicistas, sus asistentes, sus entrenadores personales, por lo general su papá y una WAG. Suelen mantenerse apartados. ¿No te has dado cuenta de que casi nunca los vemos?"
"Oh, sí, supongo. No era así en GP2, todos más o menos estaban juntos todo el tiempo", comentó Caitlin.
"Bueno, ahora estás jugando con los grandes", dijo Jon con una risita, sentándose en una silla de plástico y comenzando a secarse con una toalla. "Ellos asisten a reuniones y eventos públicos, pero aparte de eso, viven en su propio mundo exclusivo: suites de hotel de lujo, jets privados, supercoches gratuitos, islas privadas..."
"No suenas para nada envidioso", bromeó Charlotte con una sonrisa socarrona.
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El equipo de Ferrari estaba sentado en la sala de espera del aeropuerto de Bolonia esperando su vuelo a Barcelona. Todos los ingenieros y el equipo de boxes estaban apiñados alrededor de una mesa en el centro de la sala, la mayoría con una pinta en la mano, recordando animadamente las últimas temporadas.
