Capítulo 04

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Apo jadeó mientras Mile era arrojado contra un edificio por el golpe del relámpago. Antes de poder dar un paso, comenzó a llover sobre él, literalmente, y sobre nadie más. De hecho, el único sitio donde caía agua era donde Mile estaba tirado en el piso.

—¿Qué diablos? —preguntó.

Mile respiró hondo mientras se ponía lentamente de pie. Su labio estaba cortado, y tenía un corte en la mejilla, donde se había golpeado contra la pared. Sin una palabra, se limpió la sangre con el dorso de su mano, y luego tocó la herida en su mejilla.

Estaba empapado mientras la lluvia continuaba cayendo sobre él con un golpeteo staccato.

—Se detendrá en un minuto.

Y así fue.

Mile secó el agua de su rostro y luego escurrió su pelo.

Apo estaba pasmado.

—¿Qué acaba de suceder?

—Mi hermano, Ohm —dijo cansadamente mientras sacudía los brazos y salía agua por todos lados. —Hace un par de años fue convertido en dios, y desde entonces me ha convertido en su ocupación de tiempo completo. Es la razón por la que ya no conduzco. Me cansé bastante de que mi motor se saliera del auto cada vez que me detenía ante un semáforo. El único tipo de transporte seguro que me queda son mis pies, y como has visto, ni siquiera son completamente seguros.

La furia no estaba ausente en su tono.

—¿Mi auto sí es seguro?

Mile asintió.

—Sólo viene por mí —Apo comenzó a acercársele—. No lo hagas —le dijo, y su respiración formó de repente una pequeña nube mientras hablaba—. Aquí está helado.

Apo estiró la mano y sintió el aire ártico que rodeaba a Mile. Hacía más frío que en un congelador donde estaba parado.

—¿Por qué te hace esto?

—Me odia.

—¿Por qué? —Apo sintió que una ola de vergüenza lo atravesaba—. ¿Qué le hiciste? —Él no respondió. En cambio, se sopló las manos y comenzó a caminar otra vez—. Mile —le dijo, deteniéndolo aunque no estaba seguro de que no se le hubiera congelado la mano al hacerlo—. Háblame.

—¿Y qué quieres que te diga, Apo? —preguntó con calma—. Sentía pena por Ohm cuando éramos pequeños, y cada vez que intentaba ayudarlo, sólo terminaba lastimándolo más. Tiene derecho a odiarme, y a toda nuestra familia. Debería haberlo dejado en paz e ignorarlo. Hubiese sido mejor para todos.

—No está mal ayudar a alguien.

Él lo miró con sequedad.

—Mi padre siempre decía "Nullus factum bonus incedo sinepoena"; ninguna buena acción queda sin castigo. En el caso de Ohm, le dio mucha importancia a comprobarlo.

Apo estaba consternado por lo que le estaba contando.

—Pensé que mi familia era extraña. Parece que ustedes eran realmente el equipo disfuncional.

—No te das idea.

Y volvió a andar por la calle.

Apo lo siguió pero, para ser sincero, se sentía realmente mal por él. No podía imaginar que uno de sus hermanos lo odiara. Era cierto que no se llevaban bien todo el tiempo. Con ocho hermanos y una amplia variedad de locuras en la familia, siempre había uno que no le hablaba a otro por algo que había sucedido pero, al final, la familia era la familia, y cualquiera que los amenazara recibía rápidamente una dosis de la solidaridad Devereaux.

07 MileApoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora