Capítulo 02

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Mile despertó lentamente, al escuchar a alguien tarareando cerca.

¿Tarareando?

Abrió los ojos parpadeando, esperando encontrarse en su propia cama, en su propia casa. En cambio, estaba en una cama antigua muy grande, con un dosel de madera adornado con un acolchado terciopelo de Borgoña.

La voz que escuchaba provenía de una mecedora, a su izquierda. Giró la cabeza y quedó apabullado por lo que encontró.

Era...

Bueno, a primera vista parecía una mujer muy grande. Tenía largo cabello rubio y vestía un suéter peludo color rosa de mangas cortas, y pantalones caqui. Sólo que la mujer tenía unos hombros tan anchos como los de Mile y una pronunciada nuez.

Estaba sentada en la silla, pasando las páginas de la edición de otoño de Vogue con unas brillantes uñas rojo sangre que podían pasar por garras. Levantó la vista y cesó de canturrear.

-¡Oh! ¡Estás despierto! -dijo emocionada, levantándose inmediatamente y revoloteando alrededor de la cama. Tomó torpemente lo que parecía ser un walkie-talkie que estaba sobre la mesa de luz y presionó el botón mientras se aseguraba de no quebrarse una uña-. Apo, el Sr. Sexy está despierto.

-Está bien, Marla, gracias.

Mile tenía un débil recuerdo de aquella voz, pero no era demasiado claro, mientras intentaba recordar lo que le había sucedido.

-¿Dónde estoy? -preguntó.

"En el infierno" parecía la respuesta más adecuada. Pero, el dolor en su cuerpo, y la habitación en penumbras que era una mezcla tan peculiar de lo antiguo y lo moderno, le decían que ni siquiera el infierno sería tan malo o vulgar.

-No te muevas, dulzura -le dijo la mujer desconocida mientras continuaba gesticulando y rondando la cama-. Apo estará aquí enseguida. Él dijo que no debía dejarte ir a ningún lado. Así que no lo hagas.

Antes de que pudiese preguntar quién era Apo, un hombre irrumpió en la habitación.

Él también era alto. Pero este era esbelto, casi escuálido, salvo que su cuerpo estaba bien definido, como si levantara pesas. Su cabello era castaño y tenía una gran cicatriz sobre el pómulo izquierdo.

Mile se quedó helado ante la visión del guerrero que había visto la noche anterior. Los recuerdos lo inundaron. Incluyendo aquél en que él lo apuñalaba en el pecho, ayudado por el hecho de que aún llevaba un enorme cuchillo de carnicero en la mano derecha.

-¡Tú! -lo acusó, corriéndose hacia el borde más alejado de la cama.

El hombre se encogió visiblemente antes de volverse hacia la mujer y empujarla hacia la puerta.

-Gracias, Marla, te agradezco que lo hayas vigilado.

-Oh, cuando quieras, cariño. Sólo llámame si necesitas algo.

-Lo haré. -Empujó a la mujer por la puerta y la cerró de un portazo-. Hola -le dijo a Mile.

Mile miró fijamente el cuchillo en su mano, y entonces miró hacia abajo, a la herida curada en su pecho.

-¿Qué? ¿Regresaste para terminar conmigo?

Apo frunció el ceño.

-¿Qu...? -Entonces su mirada fue hacia el cuchillo que sostenía-. Oh, esto. No, lo de anoche fue un completo accidente.

Apo dejó el cuchillo sobre el tocador, luego giró para enfrentarlo. Debía admitir que Mile se veía extremadamente apuesto sobre su cama. Su largo cabello negro estaba suelto, y cubría su rostro. Sus rasgos estaban perfectamente cincelados como por un maestro del arte. Y ese cuerpo suyo...

07 MileApoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora