Capítulo 06

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Mile jamás comprendería a ese hombre, o a su peculiaridad. En el fondo de su mente había una imagen de Apo con el provocativo pijama negro que había encontrado bajo su almohada.

La imagen lo perseguía.

—Me encantaría ir a casa contigo, Apo —le dijo—. Pero ahora mismo no puedo. Tengo que hacer mi trabajo.

Apo sonrió y lo besó nuevamente, con tanta pasión que hizo que el cuerpo entero de Mile ardiera.

Apartándose, le habló al oído.

—Y eso hace que te desee aún más —Él tembló mientras Apo le daba una larga y sensual lamida en el lóbulo—. Cuando llegue el amanecer, voy a hacerte gritar de placer.

Su entrepierna dio un tirón por la ávida expectativa.

—¿Lo prometes? —las palabras fueron pronunciadas antes de poder contenerlas.

Apo dio un paso atrás y dejó que su mano cayera desde el rostro hasta su pecho, desde donde trazó un camino hasta su cinturón. Mile ardió debido a su contacto.

—Oh, sí, bebé —le dijo provocativamente—. Tengo la intención de exprimirte hasta que explotes.

Ese solo pensamiento fue suficiente para convertir su sangre en lava. No podía reprimir la fantasía de las largas piernas de Apo envueltas alrededor de su cadera, su cuerpo cálido y húmedo mientras lo acogía dentro.

Lo atrajo hacia sí para poder besarlo, aunque estaban de pie en medio de la calle. Jamás había hecho algo tan bajo. Ni tampoco había disfrutado tanto del sabor de los labios  de Apo.

Su aroma agridulce invadió los sentidos de Mile, e hizo que todo su cuerpo ardiera por él.

Esta iba a ser la noche más larga de su vida.

Respirando hondo, se apartó renuentemente de Apo.

—Entonces, ¿por dónde deberíamos comenzar a patrullar?

—¿No intentarás forzarme a ir a casa?

—¿Podría?

—No hay ni una maldita posibilidad.

—Entonces, ¿por dónde deberíamos empezar a patrullar?

Apo rió.

—¿No estás un poquito demasiado bien vestido para cazar a los muertos?

—En realidad, no. Es bastante adecuado, ¿no te parece? Me veo como si fuera a un funeral.

Apo rió ante su morboso sentido del humor.

—Supongo. ¿Siempre vistes trajes?

—Me siento más cómodo. Realmente no soy el tipo de hombre de vaqueros y camisetas.

—Sí, imagino que te ves del mismo modo que yo cuando uso traje. Molesto —Apo señaló la calle con una inclinación de cabeza—. ¿Vamos?

—¿Tenemos que ir a Bourbon? ¿No podemos ir a Chartres o Royal?

—En Bourbon está la multitud.

—Pero a los Daimons les agrada matar cerca de la Catedral.

Estaba repentinamente incómodo.

—¿Qué hay de malo con la calle Bourbon?

—Hay mucha gente ofensiva allí.

Eso ofendió a Apo.

—Discúlpame, yo vivo en Bourbon. ¿Estás llamándome ofensivo?

—No. No exactamente. Pero eres dueño de una tienda de sexo.

07 MileApoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora