Capítulo 32: Verdades

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Stephanie

Después de unos veinte minutos el auto se detiene, y espero impaciente a que se dignen a abrir la puerta.

El maldito de Braian se baja del auto y rápidamente abre mi puerta para seguidamente sacarme a empujones del auto.

-Un movimiento en falso y sabes lo que pasará. -me advierte y asiento sin más opciones.-Trae el dinero.-le dice a Priscila.

Empezamos a caminar hacia el edificio abandonado, o mejor dicho me lleva a
empujones. Solo ruego que mi beba esté bien o me volvería loca si estos enfermos le han hecho algo.

Entramos a ese deplorable lugar y apenas lo hacemos nos recibe un llanto que acelera los latidos de mi corazón. Es mi hija mi beba está aquí...

-Haber si callas a esa bastarda.-dice con dureza al tiempo que me lanza al suelo
provocando que me doble mi muñeca.
Me contengo de mandarlo a la mierda y solo me ocupo de gatear hasta donde esta mi hija, los malditos infelices la tienen en el suelo y solo está protegida por su manta.

-Aqui está mamá, mi amor.-le susurro cuando la alzó en mis brazos.

-Llego la zorra a la fiesta.-dice una voz que conozco muy bien para mi desgracia.

Me siento en el suelo y acurrucó bien a mi hija en mis brazos para despuės levantar mi mirada y encontrarme con Blanca Williams, la madre de David.

¿Cómo puede ser tan cruel? ¡Es su hijo y su nieta!

-Blanca.-digo sin salir de mi asombro.

-Al fin nos volvemos a ver, querida.-me dice sonriendo con maldad.

-¿Cómo puedes hacernos esto?-pregunto con resentimiento.

-Ustedes debieron hacerme caso y todo estaria bien.-explica con simpleza.

-Se trata de tú hijo, de tú... nieta.-le digo intentando hacerle entrar en razón.

-David murió para mí el dia que te escogió sobre mí... y esa niña no es nada mío.-dice con crueldad.

-Al menos dejen qué mi hija se vaya, es una bebé que no tiene la culpa de nuestros problemas.-le digo ya desesperada mientras muevo un poco mi remera para alimentar a mi beba que está hambrienta.

-No, de aqui no saldrá nadie vivo, y todavia falta que venga David en busca de ustedes. -dice para después alejarse de allí.

Observo todo el lugar tratando de buscar una posible salida, pero eso es imposible,ellos están armados y un movimiento en falso me costará la vida de mi hija y la mía.

Bajo mi mirada para observar a mi hija, gracias a Dios no tiene ni un rasguño, ella succiona con fuerza mi pezón, estos infelices ni siquiera la han alimentado, al parecer le han cambiado el pañal y eso me enloquece.

Suspiro adolorida, mi muñeca arde, pero eso pasa a segundo plano porque ahora mismo solo me importa poner a salvo a mi hija.

Solo ruego de que David haya visto la nota que le dejé y que ya nos esté buscando.
Un ruido a pisadas me saca de mis pensamientos, frente a mi se encuentra Rebbeca, la maldita que nos traicionó.

-La he mantenido a salvó.-me dice con voz temerosa.

-¿Deberia agradecerte?-le pregunto con odio a lo que ella niega de inmediato.

-No, solo debes tener paciencia, haré todo para sacarlas de aquí.-me dice en un susurro provocando que en mi rostro se forme una sonrisa sarcástica.

-No te creo una mierda.-digo entre dientes al tiempo que cubro a mi hija con su manta para que ni ella ni nadie la mire.

Contra el mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora