Capítulo 18: Martina

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David

Sonrío ante la hermosa escena que me regalan mi mujer y mi pequeña hija, el parto se adelantó, pero estoy muy feliz, me siento Completo.

El día de hoy han pasado tantas cosas, que se me hizo extenso y pesado, pero la
recompensa fue que mi hija llegará al mundo.

Siempre soñé con tener una niña, y ahora la tengo, no voy a negar que me aterra la
idea de que algo le suceda, es tan pequeña y frágil, pero la protegeré con mi vida, a
ambas.

-Debes descansar, amor.-le digo a mi belleza, ella niega de inmediato sin apartar la vista de nuestra beba.

-No, quiero tenerla todo el tiempo.-dice caprichosa.-Es muy hermosa.-dice Sonriente.

-Salió a ti.-digo con sinceridad.

-No puedo creer que hemos creado algo tan perfecto.-dice al fin dejándome verle a los ojos.

-Hemos creado vida, es el fruto de nuestro amor y el recordatorio de que juntos somos
mejor-le digo estirando mi mano para acariciar las mejillas de mi hermosa Mía.

-Todos la amarán.-me dice acurrucándola más en su cuerpo.

-Así es, si no han entrado es porque no es horario de visitas, pero ten por seguro que
mañana estarán todos aquí.-le digo divertido, mis cuñados querían entrar, pero no sé lo permitieron.

-Tiene hambre, así que la alimentaré, ¿Me ayudas?-me pregunta.

-Por supuesto, amor.-le digo acomodando a mi hija en mis brazos, es tan pequeña que la primera vez que la cargue temí tirarla, pero mi mujer me alentó a que lo hiciera.

-Ahora sí, tráela para alimentarla.-dice estirando sus brazos.

Le ayudo a ponerla cómoda, y las admiro mientras ella la acerca a los pezones y mi
beba no duda en tomarlo con su pequeña boca para comenzar a succionar, es la imagen más tierna que han visto mis ojos, es un lazo que tienen ambas tan único.

-Son tan perfectas.-Susurro conmocionado por la situación.

-Más despacio, amor.-le pide cuando mi hija se desespera por la leche.

-Esta hambrienta nuestra calabacita.-comento sin dejar de observarlas.

-Aún no se distingue el color de sus ojos.-me dice frustrada.

-Apenas tiene unas horas, conejito.-le digo divertido por su frustración.

-Conejito? No lo escuchaba hace mucho.-dice al tiempo que levanta su mirada para mirarme fijamente, Cómo puede verse tan bien después del parto?
-Se ha dormido.-le susurro.

-Si, solo quería leche.-dice al tiempo que aleja a nuestra hija de su pezón.-¿Puedes
acomodarla en su cuna?-me pregunta a lo que asiento mientras tomo a mi hija en brazos para seguidamente acomodarla en su cuna que está a lado de la camilla.-Dulces sueños, Mía.-le digo dejando un beso en su cabecita.

-No puedo creer que ya esté con nosotros.-dice en voz baja.

-Todo paso muy rápido, pero valió la pena.-aseguro.-Pero quiero más de estos.-le digo divertido refiriéndome a mi hija.

-Aja, te dije que no tendríamos más.-dice fulminándome con la mirada.

-Puedo convencerte, quiero cuatro, tres niñas y un niño, o dos y dos.-le cuento mis deseos.-Ya tenemos una niña así que podemos ir practicando para el varón.-le digo juguetón solo para picarla.

-Ni siquiera lo pienses. Acabo de dar a luz y tú ya estás pensando en tener otro.-me reclama frunciendo sus cejas en señal de enojo.

-Ya veremos si puedes resistirte.-le digo presumido.

Contra el mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora