Te despiertas de nuevo, con los ojos enrojecidos y el cuerpo agotado. Es otra noche sin dormir y la sensación de que algo no va bien te invade. Las paredes de la habitación parecen estar más cerca, más opresivas, y la sensación de claustrofobia se vuelve insoportable.
Intentas calmarte, pero en tu mente todo se siente confuso, turbio. ¿Qué es real y qué es producto de tu cansancio? Las sombras de la habitación parecen moverse, tomando formas siniestras y retorciéndose ante tus ojos. Sientes que algo te acecha, algo que no puedes ver pero que te observa con detenimiento.
Los días pasan y la sensación de estar atrapado en una pesadilla no desaparece. Empiezas a olvidar lo que es sentirte descansado y con energía. Tu mente se siente cada vez más frágil, al borde de un abismo que no puedes ver. Los médicos dicen que no hay nada malo físicamente, que todo está en tu cabeza. Pero tú sabes que hay algo más, algo que no te quieren decir.
Finalmente, una noche, el miedo se vuelve incontrolable. Las sombras en la habitación se agitan con fuerza y un sonido gutural y amenazador resuena en tus oídos. Te sientes atrapado, sin escapatoria, y la sensación de que algo terrible está a punto de suceder te hace temblar de miedo.
De repente, la habitación se ilumina con una luz blanca brillante y te sientes levantado por el aire. Miras hacia abajo y ves tu propio cuerpo, y te das cuenta de que has estado atrapado en tu mente, en un ciclo interminable de miedo y paranoia. La figura que te ha estado persiguiendo no es real, sino una creación de tu propia mente.