Hace tiempo ya que sus desmayos no la asustaban. Despierta muy desorientada, sí, y le toma al menos 1 minuto recobrar la visión, pero siempre oye la voz amable de alguien que le dice: “Todo está bien, niña. Solo te desmayaste”.
La primera vez se puso a llorar; en el abismo de ese minuto creyó escuchar el llamado de la muerte. Entonces su mamá le dijo que no fuera ridícula, que la muerte no avisa.
Esta vez solo escuchó gritos desesperados, el piso vibrar y un metro fuera de servicio acercándose a toda velocidad: su madre tenía razón después de todo.