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Mis ojos subieron al reflejo en el espejo. Unas oscuras ojeras resaltaban bajo mis ojos, no había pegado ojo en toda la noche. Vi la miseria en la que me había convertido. Ese chico de aspecto deplorable no era yo. Ese chico solitario y deprimido no era yo.
Lágrimas se acumularon en mis ojos a la par que intentaba peinar mis cabellos negros. Nuevamente llorando, sin nadie al que acudir, sin nadie al que pudiera apoyarme.
La voz lejana de mi madre me sacó del desastre de mis pensamientos. Quería callar esas voces insistentes y destructivas que vivían en mi cabeza, más no podía. Lavé mi cara y apresuradamente bajé a desayunar. No tenía apetito alguno, pero sabía que si volvía a dejar la comida me metería en problemas con mi madre.
—¿Te pasa algo, hijo?— el tic de mi pierna alertó a mi progenitora
—No mamá, solo estoy un poco nervioso, tengo un examen.—
—Mucha suerte.— sus labios se posaron en mi frente antes de yo abandonar el hogar
¿Examen? Vaya estupidez. Lo único que me mantenía ansioso era tener que ir a clase, que mis amigos me miraran mal por haberles dejado y ser regañado por volver a ir sin haber hecho los deberes.
Era el mismo día, repetido una y otra vez por semanas.
Ni mi madre ni nadie se daba cuenta de lo que realmente pasaba. Me daba igual, el tiempo se consumía y el final de mi vida estaba cerca. La soledad y la oscuridad me carcomía por dentro. No podía más.
Sequé las lágrimas que no sabía que había derramado cuando el autobús pasó por mi parada. ¿En qué momento había ido hacia la parada?
Con el caminar pesado subí el par de escaleras del vehículo, notando lo sucios que estaban mis zapatos. Suspiré y miré a mi alrededor. Allí estaba Cartman con la misma cara de pocos amigos de siempre. Le miré con lástima unos segundos antes de sentarme en un lugar apartado.
Pensé en lo importante que era Cartman para mí, en lo importante que había sido. Y, aunque no fue del todo intencionado, hace unas semanas me había aislado de todo el mundo. Incluso de él, mi mejor amigo. No salía de casa, faltaba a clase, no respondía a los mensajes y me costaba seguir las conversaciones. El castaño se terminó cansando de tanto paripé.
Le echaba de menos, pero en ese momento no tenía energía para mantener mis relaciones.
Cerré mis ojos sintiendo esa presión en el pecho, aquel vacío penetrante. Soledad.Mi cuerpo casi choca con el asiento de adelante cuando el vehículo paró. Ya habíamos llegado al instituto. Con mis piernas adoloridas me levanté y, a paso lento, salí del lugar. Al hacerlo mis ojos pararon en los góticos del instituto. Sentados en una esquina fumando cada uno su cigarrillo. Una panda de rechazados, aunque en el fondo les entendía.
Espera, cigarrillos.
Eso era lo que necesitaba. El grupo de góticos llenaban su vacío con tabaco y con la compañía de gente que les comprendía.
Yo necesitaba lo mismo. Joder, lo tenía en mis narices todo este tiempo. Entré a clases con la idea de pasarme por un estanco al mediodía.───── ⋆⋅☆⋅⋆ ─────
¡Primer capítulo de esta historia! Estoy muy emocionado por poder empezar a publicar por fin este fic, espero que lo disfrutéis^^
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S M O K E ☆ style ¡
Fanfiction───── ⋆⋅☆⋅⋆ ───── it's just a cigarrette and it harms your pretty lungs ───── ⋆⋅☆⋅⋆ ───── La vida de Stan Marsh era una miseria. Su vida, y él mismo. Todo a su alrededor se evaporaba como el humo. Sólo necesitaba una vía de escape, algo que lo alej...