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El día de la graduación había llegado. El jodido día de la graduación.

La fiesta se llevaría cabo en cuestión de horas, y yo, en medio de una crisis, discutía con Kyle por el teléfono.
Recorriendo mi cuarto de un lado a otro con mi traje entre las manos, me planteaba si acudir a la celebración o no.

—¡Stan! ¡Deja de pensar tanto y vístete! Tienes que ir.— se escuchó por el altavoz de mi teléfono

—Tío, no quiero ir.— me mordí de nuevo el labio irritado

—¡Tienes a una chica esperando! No la vayas a dejar plantada.—

En parte ese era el problema. Wendy había accedido a ir conmigo pero, ¿realmente yo quería ir con ella? Recordarla me hacía sentir incómodo, e imaginar estar con ella como antes me dejaba un sabor amargo en la boca.

—Escúchame, yo ya he terminado.— genial, me quedaría el último —¿Quieres que me pase por tu casa?—

Mi cara se iluminó y, automáticamente, empecé a asentir con ímpetu incluso sabiendo que él no me podía ver.

—¡Sí! ¡Por favor!— se escuchó una risita

—En diez minutos estoy allí.—

Cuando el sonido de colgar sonó, comencé a vestirme apresuradamente. Necesitaba tener ese traje puesto cuando él llegase.

Me miré al espejo, como era habitual no me reconocía a mí mismo, pero estaba seguro de que a mi amigo le gustaría verme vestido formalmente. Y aunque a mí no me gustase, estaba feliz porque a él le encantaría.

Me sobresalté cuando tocaron el timbre de mi casa. Una ráfaga de nervios me recorrió de arriba a abajo, y salí escaleras abajo corriendo para abrir. Y le vi.

No tenía su gorro, así que sus brillantes rizos rojos relucían con la escasa luz del sol. Su figura se veía perfecta con ese traje oscuro, con esos pantalones apretados. Sus ojos verdes me miraban atentos mientras su sonrisa se mantenía intacta en su cara.

Yo, sin ninguna duda, me puse colorado. Y mucho más nervioso.

—Por la cara que tienes ahora mismo, debo estar guapísimo.— rió mientras entraba a mi hogar

Cuando le vi supe lo que tenía que hacer. Tenía que ir a esa fiesta, no por Wendy, sino por él. Para estar con él. Joder, ¿y si esa era la última vez que lo veía? No podía despegar mis ojos de su cuerpo.

—¡Kyle!— mi padre, apareciendo por detrás, interrumpió —¿Qué tal, chaval? ¿A qué chica has conquistado para llevarte a la fiesta?— se acercó al pelirrojo y posó una mano en su hombro

—En realidad, voy sin pareja.— dijo un poco avergonzado y, cuando vio que mi progenitor iba a disculparse, interrumpió —No me importa, estoy mejor así, sin tener que impresionar a nadie. Aunque parece que ya impresioné a su hijo.— subió sus cejas, gracioso

Yo le pegué en el brazo, riendo. En el fondo sabiendo que tenía razón. No podía negar nada.

—Pues venga Stan, ponte los zapatos y vete. No dejes a Kyle esperando.—

Igual que bajé, subí las escaleras casi tropezando por el camino. Rápidamente me calcé y volví a bajar. Me mordí el labio, encontrándome nervioso por tener que ver a mi amigo pelirrojo estar así de guapo toda la noche.

Me despedí de mis padres y, con una excusa que no recuerdo, partí de mi casa agarrando la mano del chico.

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