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Prácticamente me tiré a mi desordenada cama, pensando en el rato que había pasado con aquel pelirrojo simpático.

Puse otra excusa para poder volverle a ver de cerca mientras encendía mi cigarro, me distraje con el perfil de su cara y terminamos hablando de música.

Me tarareó una animada canción de la forma más dulce posible. "Treasure" de Bruno Mars me dijo. Por lo que pude ver era un gran fan de aquel cantante. Y, como soy un ansioso, no me contuve a buscar su spotify en mi casa.

"Treasure" sin duda me recordaba a Kyle. Alegre y melódica. La que más me traspasó a mí fue "Grenade". Me sentí identificado, me sentí acompañado por la música.

Añadí una a mi playlist alegre y otra a mi playlist triste. Era un chico simple y vago, solo tenía dos playlists. Agarré mis auriculares y los enchufé, optando por las canciones tristes. Porque, ¿hay algo mejor que ponerte canciones deprimentes cuando estás deprimido?
Sentía la necesidad de llorar, de dejar salir todo lo que tenía metido de hace días. Tanto lo bueno como lo malo.

Me concentré en las letras de las canciones, en el arte de la música. Otra tarde que pasaba tumbado en mi cama mirando el techo con ese dolor en el pecho.

Lo único bueno que me había pasado últimamente había sido conocer a Kyle. Pero sabía, que como todo lo que me pasaba, iba a terminar mal. Que con el tiempo se cansaría de escuchar mis lamentos, de verme huir de la vida.

Y es que ese alegre chico no merecía estar con alguien aburrido y deprimido como yo.

Esperaba no confundir la amabilidad con una posible amistad. Porque yo veía una amistad por delante con Kyle. Aunque durase poco y terminase odiandome. Pero eso era cosa mía, a lo mejor él solo me veía como alguien con quien empezar a compartir cigarros y luego, cuando me acostumbrase, mandarme a la mierda.

Y tenía miedo. Porque cada vez que me perdía en sus ojos verdosos y brillantes había una voz en mi cabeza que me decía: "Stanley, no te puedes enamorar" Tenía miedo de hacerlo, de apegarme demasiado y terminar más lastimado, de que mi supuesta heterosexualidad se fuera a la mierda. Tenía a chicas detrás, tenía a Wendy. No podía hacer eso. No podía ser rechazado ni por Kyle ni por todas esas chicas.

Sin darme cuenta, ahí estaba yo. Con los ojos cerrados y las lágrimas escapándose hasta llegar a mi cuello.

Cansado y dispuesto a distraerme, me levanté, quedando sentado. Necesitaba otro cigarro o me cortaría las venas otra vez.

No tenía el número de Kyle ni sabía donde encontrarle. Se me vino a la cabeza la cara de Pete. A él si sabía donde encontrarle y, aunque sabía que no sería fácil sacarle un cigarro, estaba dispuesto a suplicar.

Me vestí con la misma ropa que esa mañana, cogí dinero y me dirigí a la puerta principal de mi casa. No me paré siquiera a peinarme, me daba igual si la gente me veía así.

—Pásatelo bien con tu nuevo amigo, Stan.— escuché a mi padre gritar desde la sala principal

Mi respuesta fue salir de casa con un portazo desmedido.

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