28 de diciembre de 2019
La madera cruje bajo el peso muerto de su cuerpo. No tiene que verlo, puede sentir los bordes de las tablas astilladas encarnarse en su costado, forcejea, pero sus manos siguen atadas a su espalda.
Sus ojos tardan en acostumbrarse, su olfato reconoce el departamento, reconoce la ausencia del olor a pan, a libros apilados sin pizca de polvo, a espuma de afeitar. Reconoce la ausencia del adictivo olor a cigarro que se pega a la piel, que vibra debajo de ella, que le pide besos sabor a nicotina.
Aidan entiende que ya no está en el pasado, ha vuelto, ha vuelto y es lo último que quería hacer.
Se arrastra por el departamento, el dolor de su pecho ahoga su respiración y quema su voluntad, necesita regresar no importa cuánta duela, cuánto queme. Reprime el llanto, las lágrimas escuecen detrás de sus ojos, espera no estar herido, espera no estar muriendo, no ve la sangre, no siente la frialdad de la muerte, pero no lo sabe. No sabe nada.
La angustia lo consume, el miedo a perderlo todo se ha hecho realidad, ha conocido el amor y el destino lo ha vuelto a arrojar al pozo de soledad que conoció toda la vida. Cruel y despiadado le dejó rozarlo, tocarlo y amarlo, le dejó probar la seguridad de sus brazos. Luego, como una broma retorcida, le negó volver a mirar los ojos de amor de Liam Blake.
La luz se cuela tierna por el gran ventanal, amanece y el frío aire entume sus músculos, sigue maniatado y solo puede gemir un nombre que no va a responderle. Los separan 90 años y decenas de vidas en el camino, los separan sus pecados y el maldito destino.
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1929 Formas de Quedarme a tu lado
RomanceAidan se quedará a vestir santos pues lleva enamorado de un hombre cuyo único defecto es estar muerto. O eso creía hasta que un viaje en el tiempo lo arroja a los brazos de el sicario de una mafia en ascenso que ya no parece ser su hombre ideal. Lia...