Capítulo 12

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Conducen hasta uno de los barrios del Harlem.

Estar en silencio resulta cómodo y natural.

Se detienen frente a un hotel cuya pintura rosa se cae como piel descamada, tiene varios pisos con pequeñas ventanas que dan a la calle, en el cielo la ropa cuelga de mecates.

El lugar le provoca náuseas y eso que ni siquiera ha entrado.

—Quédate aquí, obedéceme Wright.

—¿Dónde y en qué momento me contrataste?

Blake lo fulmina con los ojos. Wright bate sus pestañas con la mirada de un cordero degollado.La sonrisa que se forma en los labios de Liam es inevitable y momentánea.

Sacude la cabeza y se aleja al interior del maltrecho hotel. Pasa el chequeo de rigor y sube por las escalinatas que huelen a porros, el inconfundible olor de la mota y el sexo llega hasta el cuarto piso del lugar.

El espectáculo es miserable y Liam preferiría no tener que ir a visitar a Sender hasta esos lugares, los zapatos se pegan a la alfombra viscosa, Liam mete la mano en el bolsillo, va con la vista al frente hasta la última puerta.

Los jadeos de las habitaciones conjuntas bloquean sus sentidos y las rendijas de las puertas abiertas muestran espectáculos demasiado tristes.

Ve a una chica recostada en un colchón, tiene la mirada perdida en el techo y su brazo extendido muestra varias marcas oscuras de piquetes. En momentos como esos se ve tentado a darle la razón a su madre. Hay vicios que te vuelven peor.

Da tres golpes a la puerta, no espera una respuesta y entra.

Sender tiene los pies sobre la mesa, revisa las cuentas y se fuma un puro. Sonríe mostrando todos sus dientes.

—Vittorio encontró el cuerpo de Renzo, buen trabajo. ¿A dónde te fuiste? No llegaste a la celebración, tuvimos que destapar una botella en tu nombre.

Deja dos fajos de billetes atados con una liga sobre la mesa.

—Me estaba desangrando, al menos no celebraron sobre mi cadáver.

Sender frunce el ceño.

—¿Cómo sigues? —pregunta y mira sin disimular su brazo vendado, Liam siente la gasa humedecerse, necesita suturas urgentes. Pero nonecesita que Sender lo note, este se levanta—. Tendremos que tener más cuidado, ahora que hemos eliminado a Renzo, Gianni intentará sacarnos del camino.

—Ya lo intentó, anoche mandó a Vicent. —El nombre le raspa la garganta.

Sender bufa, se lleva las manos a la cadera.

—Malditos sicarios, no conocen la lealtad...no todos son como tú, Liam. —Sender le da un ligero empujón con el hombro, sin mirarlo. Camina hasta la ventana por donde arroja la ceniza de su puro—. Esto es por lo que trabajamos y es solo el inicio. Mayer y yo estuvimos hablando.

—Cada vez que ustedes se ponen a hacer planes, presiento que viene algo que no va a gustarme.

—Con todo esto de la expansión, creemos que como pago de tus servicios podría dejarte este hotel, ya sabes, con todas las putas y la heroína.

Liam aprieta sus puños, sus dos amigos saben que esto no es lo que él quiere.

—No. Prefiero el efectivo como siempre —dice Liam y frota sus dedos indicando el dinero—. ¿Qué hay del trabajo que te propuse?

—¿Un nombramiento oficial? —Sender se pellizca los labios y mira al techo—. Renzo me prohibió seguir en contacto con ustedes, y parece que Gianni tampoco confía en nadie que no sea italiano. Por ahora eso no se puede, pero hey, Liam, Mayer y tú son clave en todo esto. Da igual que no tengan un título dentro del negocio.

1929 Formas de Quedarme a tu ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora