Capítulo 13

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Septiembre de 1929

Liam refunfuña mientras toma el café en la cocina de los Mayer, tiene una semana con el cabestrillo y la sangre le hierve por quedarse fuera justo en este momento: Con Gianni fuera del camino, Sender ha tomado el liderazgo de su propia organización y él queda como un manco.

—¿Cómo sigue tu brazo? —Suri le pregunta mientras se coloca la diadema mirándose en el pequeño espejo de la cocina.

—No como me gustaría —contesta jugando con el salero de la mesa.

Suri suspira, lo mira por el reflejo del espejo. No dice nada porque a la cocina entra Dereck jugueteando con un tren de madera, ella le da un beso a su hijo al que levanta en brazos, Dereck le jala el pelo con una sonrisa.

Liam está aliviado de notar que el niño está creciendo sano y fuerte. Además de que desde que empezó a caminar él ya no tiene que hacerla de canguro. Se pregunta cómo piensa Jireh introducirlo a la comunidad judía que sigue repudiándolo por su vida criminal y por haberse casado con una mujer que no pertenece a los suyos. Y ni hablar de la relación con Suri.

Es tan asqueroso que todo sea prohibido, que «ser» signifique esconderse. La ley seca no es un progreso, es una cadena, una muy hipócrita. Y toda la sociedad norteamericana es el filo de una guillotina dispuesta a cercenarte: no se puede ser inmigrante sin ganarte el odio de los autodenominados americanos puros, no se puede amar al mismo sexo. No se puede confiar.

Ahora ni siquiera queda el alivio del alcohol.

Liam espera que el mundo que el pequeño Dereck llegue a conocer sea menos hipócrita que en el que él está atrapado.

—¿Dónde pongo...? —La voz de Aidan desde las escaleras hace que Liam se gire, el chico se queda mirándolo dos segundos antes de virar su atención a Suri—. ¿Arriba? Son las vacías.

Suri asiente y Aidan se aleja subiendo las escaleras hacia el ático con una caja pesada en sus manos y un trapo en el hombro. Liam tiene el breve instinto de levantarse y ayudarlo, pero de inmediato apaga esa idea.

—Así que... Aidan y tú...

—Ni lo pienses —bufa Liam, da el trago a su café que ya se ha enfriado.

—¿Por qué no?

Liam alza una ceja.

—¿Por qué sí?

—Desde Brant no te conocemos a alguien cercano... —musita ella meciendo a Dereck.

—Los tengo a ustedes y creeme que es más de lo que necesito —zanja él levantándose para ir a lavar su taza.

—Tú sabes a qué tipo de persona me refiero, Liam.

—No.

Suri deja a Dereck en el suelo que se tambalea hacia su juguete.

—No quería tocar una herida —insiste ella acercándose.

Liam azota la taza sobre el resto de platos del fregadero, el sonido anuncia el peligro de romper más de uno. Suri se detiene.

—No uses palabras bonitas para eso... lo de Brant fue... —Liam se muerde el interior de la boca, sabe amargo—. Fue una lección. Y no quiero repetirlo.

Aidan baja las escaleras sin virarse ni una vez, a marcha apresurada. Liam sacude la cabeza y termina de fregar los platos antes de bajar al bar también. Tiene que esperar a que Jireh vuelva de su reunión con Sender ahora que toma el mando de los hombres de Renzo.

Sonríe. Su padre estaría orgulloso de su vida actual, con un departamento en el upper east side, un auto propio y un negocio en crecimiento. Está llegando a donde él no pudo ni soñar.

1929 Formas de Quedarme a tu ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora